En 2013, Venezuela solicitó al responsable de una funeraria colombiana un vehículo para las exequias del líder. La limusina le fue devuelta sin la documentación oportuna, por lo que las autoridades de su país la confiscaron y la vendieron a un tercero, reseña el ABC de España.
Dos años y medio después de dejar este mundo, el expresidente Hugo Chávez sigue dando de qué hablar por sus actos. O, en este caso, por los que cometió su gobierno después de haber fallecido. Así lo afirma la «BBC», donde se ha desvelado que Venezuela solicitó una limusina valorada en 45.000 dólares al director de una funeraria para el desfile del líder que, una vez acabados los actos en su honor, le devolvió sin la documentación oportuna. Esto provocó que le fuera confiscada en Colombia por las autoridades y fuera vendida a un tercero.
Siempre en palabras de esta cadena, todo ocurrió el 6 de marzo de 2013, apenas un día después de que Chávez muriese debido a un infarto. Aquel día, el gobierno venezolano llamó a Luis Fernando Arango, director de una funeraria de la ciudad de Medellín (en Colombia), con el objetivo de conseguir su limusina Lincoln Town Car modelo 1998 para el funeral del comandante (el cual se iba a celebrar en Caracas).
Para Arango fue todo un honor que le pidieran el vehículo, por lo que aceptó prestárselo y, según explica el diario latinoamericano «Clarín», totalmente gratis. Horas después, se envió un avión de las Fuerzas Aéreas del país hasta Antioquía para llevarse la limusina y poder introducir en ella el ataúd de Chávez. Al parecer, el proceso se llevó a cabo a toda velocidad, por lo que algunos trámites burocráticos fueron dejados de lado.
Un préstamo que salió caro
Todo parecía ir sobre ruedas. Sin embargo, tras el funeral, el Lincoln nunca regresó a su hogar debido a una serie de problemas legales. Y es que, el gobierno no supo acordar cómo sería devuelto a su dueño y en qué fechas. Así fueron pasando los meses hasta que, más por suerte que por eficacia, en julio de 2013 el vehículo fue llevado hasta una ciudad fronteriza entre ambos países. Eso sí, ubicada en Venezuela.
Arango acudió allí para recoger su vehículo. No obstante, no se le dijo que rellenara ningún documento. Así pues para la justicia el Lincoln fue visto como un vehículo robado. Como resultado fue confiscado, entregado al estado y subastado en 2014. Ese año, un comprador lo adquirió por 45.000 dólares (unos 40.000 euros). La situación sorprendió soberanamente al dueño de la funeraria, que no pudo hacer nada para evitar su venta.
Así pues, lo único que se le ocurrió para recuperar su vehículo fue contactar con la persona que lo había adquirido y comprárselo de nuevo por 60.000 dólares.