Durante estos largos 16 años, la falta del celo ético de la inauténtica administración “revolucionaria”, hundió a Venezuela en el tenebroso e infernal mundo de la corrupción más descarada de todos los tiempos. Lo que se escucha en las barriadas, urbanizaciones, plazas públicas, reuniones familiares, asambleas de vecinos, por parte de los desesperados padres y jefes de familia, que padecen y sufren lluvia, sol, empujones, aplastamientos, golpes, peleas, groserías y ofensas en las gigantescas colas a las puertas de abastos, tiendas y supermercados para comprar comida, es, además de extenuante, aterrador, preocupante. ¡Para los pelos! Y todos somos testigos de excepción. Allí solo se encuentra maltrato, escasez y corrupción.
Lo que más enerva ánimos, es ver y sentir en carne propia los efectos de esa humillante corrupción o escucharla narrada, de primera mano, por otras víctimas. Quienes amanecen en las colas, que no son únicamente los “bachaqueros”, nos relatan: “Nosotros, cargados de impotencia, rabia e indignación, y muchas veces bajo amenaza, vemos en altas horas de la noche o en la madrugada, como las diferentes policías, la Guardia Nacional y dueños de establecimientos comerciales sacan grandes cantidades, entre otros productos, de pollo, arroz, harinas, azúcar, jabón y papel higiénico. Estos, descaradamente se lo llevan en camionetas y grandes camiones.” Otros testigos agregan: “Nosotros los hemos seguido y visto. Algunos llegan a ciertos sitios para descargar o, sencillamente, salen rumbo a la frontera.” Si los presentes se atreven a reclamar, son amenazados o apresados por los encargados del orden público. Muchas veces, los policías y guardias, allí mismo, dicen a familiares reclamantes o a los detenidos: “Si no quieren gastar mucho billete en jueces, nosotros los soltamos por 50 mil bolívares.” (…) Otros manifiestan: “que en las mismas colas oyen y ven, que los encargados del orden público, piden, entre 300 y 1000 bolívares, por dejar pasar a alguien de primero.” Y los relatos que se escuchan acerca de los acontecimientos y la corrupción que ocurre en las alcabalas que están antes de llegar a la frontera son de antología, la magia narrativa de la ficción literaria queda rezagada. Por supuesto, hay policías y guardias muy dignos que se enfrentan, por estas causas, a sus compañeros. Están los que sienten pena ética por lo que está sucediendo; pero se silencian con amargura, porque sus vidas corren peligro.
De manera determinante, las dantescas colas arrojan controversiales desencuentros, conatos de saqueos, peligrosas peleas, muertes y heridos por estampidas humanas, por insolación, trasnocho, cansancio, alguna enfermedad crónica o por vejez. Esto, además de aterrador, es muy peligroso para la integridad del país. Los Poderes Públicos, que deberían hacer contraloría social, económica y política, carecen de ética, rompieron con la imparcialidad, la responsabilidad y el equilibrio. La administración política actual que en hora buena pudo haber prevenido y orientado, al proceso organizativo y la planificación, hacia una celosa evaluación y control de sus instituciones, organismos y personal, para hacer más eficiente y eficaz la ejecución de sus políticas, perdió la autoridad y la corrupción se les salió de madre. Cuando esto ocurre, lo remedial, sería cambiar a los jefes de la administración política Nacional.
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@gmail.com