El camino hacia las elecciones parlamentarias pautadas para el 6 de diciembre se viene desarrollando de acuerdo a las estrategias electorales de cada grupo político que postuló candidatos en la fecha acordada por el CNE. Desde hace bastante tiempo los partidos y sus candidatos ajustan sus estrategias e inician sus actividades para lograr el éxito electoral, que, en definitiva, es lo que cuenta y lo que se busca.
En esas circunstancias, ha causado alarma la política, de la “culpa es de aquel no mía”, adelantada por el gobierno con los decretos de estados excepción en la zona fronteriza del occidente del país. Allí, pretende el gobierno, como estrategia electoral, atribuir a un enemigo externo el estruendoso fracaso del chavo-madurismo.
Venezuela no se está inaugurando como segunda patria para aquellos que huyeron de su país de origen en busca de nuevas y mejores oportunidades: los españoles en tiempos de la guerra civil; por miles provenientes de Portugal e Italia. Así, no muy pocos latinoamericanos disfrutaron de las oportunidades que brindó el país cuando esos países vivieron tiempos de férreas dictaduras, y, aún en estos tiempos, a pesar de la calamitosa economía, no ha dejado de ser una opción.
Atribuir a Colombia y a sus nacionales la culpa del fracaso económico y político de la revolución chavista es una absoluta estupidez. Imaginar que la razón de la inseguridad, violencia y criminalidad obedece a una suerte “nacionalidad perversa”, no lo es menos. Por cierto, que eso de atribuir a los hermanos colombianos la razón de todas las desgracias que vive el país no le queda bien, ni mucho menos le luce, al más alto jerarca de la burguesía roja. ¡Qué pena con la familia!
Insistimos en que toda esta política está orientada a cohesionar al mundo chavista que se dispersó como consecuencia de la ausencia de políticas que eficazmente contribuyeran al sosiego colectivo. Maduro pasará a la historia como el individuo que “corrió las cortinas” para que el pueblo se percatará que el modelo era un fracaso y que él, jefe de gobierno, no tenía el coraje y mucho menos las ideas para dirigir políticas que garantizarán el bien común.
Se espera el desembarco de navíos cargados de comida para buscar confirmar que la política fronteriza dio resultados, sin embargo, en muy poco tiempo ese espejismo se volverá en su contra. Por lo pronto, los anaqueles no solo están vacíos sino que son eliminados porque ya no hay como ocuparlos con un solo producto. La criminalidad y la violencia del hampa avanza “a paso de vencedores”-saludos mandan desde la Cota 905 a la “Misión OLP”-; la divisa sigue volando alto y con viento a favor; la inflación, aun cuando Merentes la oculte, el pueblo la siente y la padece.
Con este decorado de fondo la oposición democrática que ha entendido hace bastante tiempo la ruta que debe transitar, que no es otra que la electoral-siempre será necesario aclararlo- cumple con lo que una elección de esta naturaleza implica: el contacto directo con los electores. Los divismos quedaron en el pasado, la relación entre candidatos, partidos y electores debe darse constante y diariamente; la organización que emerja de esa relación diaria y la movilización que de ella se haga el 6D marcará la diferencia frente al fracaso que representa una la revolución que lleva al país a una crisis humanitaria.
Maduro, mientras tanto, a paso lento pero seguro y firme, sigue su marcha hacia el fracaso, exhibe el descalabro del modelo, el fracaso la revolución. Ni siquiera en la casita verde de la vecina Cúcuta, donde dicen que se le vio de joven, brindarán hospedaje para que se esconda del inmenso daño causado: a los de allá y a los de aquí.
@leomoralesP.