La justicia desde Platón a Jhon Rawls, se define como el simple acto de “dar a cada quien lo que merece, o lo que le corresponde”. Bajo esa premisa, si obras bien te corresponderá una recompensa, de lo contrario un castigo, ésta es la concepción para los sistemas democráticos y con Estado de derecho. Existe otra concepción de la justicia aplicada en sistemas autoritarios y totalitarios, para los cuales la justicia es solo un instrumento más para lograr un fin último, llámese Revolución, Tercer Reich o Voluntad de Alá, entre otros.
La justicia venezolana durante la “revolución” ¿Bolivariana? funciona como cualquier tribunal nazi, soviético o talibán, lo importante no es ejercer justicia para los individuos, la presunción de inocencia, la carga de la prueba, los derechos universales, pasan a segundo plano en virtud de los intereses del régimen. No es importante si Leopoldo es inocente o si lo son los cientos de presos políticos y exiliados, lo primordial es actuar en función de lo que convenga para sostener al gobierno.
La semana pasada se trató de Leopoldo López, pero muchos venezolanos antes han sido víctimas de la necesidad del gobierno de eliminar adversarios. Así fue como la lista de sospechosos del asesinato de Danilo Anderson se vio plagada de personas que ejercían oposición al gobierno, que Baduel después de ser calificado como héroe hoy esté privado de libertad, y que hombres como Manuel Rosales estén en el exilio.
La sentencia de Leopoldo López no puede sorprendernos, pero mucho menos debe desanimarnos, es normal que en una justicia estructurada para servir a una tiranía solo emita sentencias atroces, pero este tipo de atropellos solo debe servir para motivarnos. Nuestros presos y exiliados han dado el ejemplo, ahora es nuestro deber llenarnos de coraje e indignación y transformar ese sentir en acciones positivas que generen el cambio que tanto necesitamos. Este seis de diciembre será el turno del pueblo de dictar su sentencia, para ejercer la verdadera justicia.