La oposición venezolana sufrió un duro golpe con la condena a Leopoldo López, y ahora enfrenta el reto de superar las divisiones para capitalizar el fallo de cara a las elecciones legislativas de diciembre, dijeron analistas a la AFP.
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Líder de la oposición y una de sus figuras más importantes, López fue sentenciado a 13 años y nueve meses de cárcel el pasado jueves por las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que dejaron 43 muertos entre febrero y mayo de 2014.
“Esta decisión se produce en el contexto de una estrategia que el gobierno viene siguiendo desde 2014 para limitar la influencia y liderazgo de la oposición”, señaló el politólogo John Magdaleno.
En esa maniobra se inscribe el encarcelamiento del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma -también por las manifestaciones de 2014- y la inhabilitación de María Corina Machado y una docena de candidatos a las parlamentarias del 6 de diciembre, añadió Magdaleno.
Las protestas convocadas por López, que buscaban ejercer presión para lograr la renuncia de Maduro, pusieron en evidencia marcadas diferencias entre él y otros sectores de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), especialmente el que representa el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles.
Capriles, quien perdió la elección presidencial ante el socialista Maduro por estrecho margen en abril de 2013, se distanció de las protestas abogando por salidas electorales, y tampoco apoyó una huelga de hambre realizada por López a mediados de este año.
Y con la condena a López, el chavismo buscaría profundizar las divisiones en la oposición y alentar la abstención, indicó Héctor Briceño, del Centro de Estudios de Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela.
“La sentencia pretende afectar el consenso en la alianza opositora”, que presentará una lista única en los comicios, agregó Briceño, indicando que el oficialismo barajaría la idea de que el partido de centroderecha Voluntad Popular, de López, reclamaría por ejemplo más espacio en la MUD ante el sacrificio de su fundador.
En paralelo, se intenta “desmotivar al elector de la oposición” con la tesis de que “no hay independencia de poderes, y así, ¿para qué votar?”, apuntó el analista, aludiendo al argumento que comparte la mayoría de las críticas internacionales al fallo.
Para conjurar esos riesgos, la oposición encara el desafío de consolidar la unidad, un factor que, aunado al descontento popular por la crisis económica, podría favorecerla en las urnas.
“La mayoría de los partidos de la MUD le va a dar (a la condena) un enfoque de unidad, una razón más para ir a votar”, considera Francine Jácome, directora del Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos.
“Me temo que en un clima de creciente malestar la sentencia termine de irritar a sectores opositores que no tenían intención de votar y movilizarlos en las elecciones”, afirmó a su vez Magdaleno, evocando una encuesta de la firma Datanálisis que da 20 puntos de ventaja a la oposición sobre el chavismo de cara a los comicios.
De concretarse esas proyecciones, sería la primera vez que el oficialismo pierde la mayoría legislativa en 16 años de gobierno, en momentos en que la oposición plantea un referendo revocatorio contra Maduro, el cual se podría convocar cuando cumpla la mitad del mandato.
“La única forma en la que la oposición puede convertir esto en una victoria es que los sectores radicales llamen a votar”, sostiene Briceño.
Cuando algunos esperaban una exhortación a volcarse a las calles para rechazar la condena, López invocó la lucha pacífica en una carta a sus seguidores, a quienes pidió votar masivamente.
Seguro de una nueva victoria en las parlamentarias, Maduro, heredero político de Hugo Chávez, enfrenta el descontento de una ciudadanía aquejada por la escasez de dos tercios de los productos básicos, una inflación que según expertos alcanzó tres dígitos y la inseguridad, que ha convertido a Venezuela en el segundo país con mayor tasa de homicidios del mundo, según Naciones Unidas.
Esto, en medio del derrumbe de los precios del petróleo a menos de la mitad en el último año -en un país que obtiene 96% de las divisas de la venta de crudo y dependiente de las importaciones- obliga a esperar peores tempestades en la economía, según analistas.