Las sociedades avanzan cuando hay paz social, clima político adecuado, inclusión y participación; pero hace falta más que eso. Se requiere que equipos especializados de trabajo, de alto nivel, en las distintas áreas de la acción gubernamental, desarrollen un cuerpo de políticas públicas estructuradas y orgánicas, que guíen la gobernanza en el mediano y largo plazo. Sólo así, sabiendo para donde se debe ir y cuales acciones tomar en esos escenarios, es como se ejecuta un gobierno efectivo y eficiente, algo que por cierto, requiere planificar y planificar, organizar, coordinar y evaluar la gestión pública. Sin embargo, para que las políticas públicas no se dispersen o se interfieran, tienen que responder a una visión de desarrollo que les de coherencia y las articule. De manera que la ciencia política tira un cable a tierra cuando oferta sus programas de gobierno al electorado que quiere conquistar y luego cuando formula su Plan de Desarrollo Económico y Social a la nación a la hora que le toca gobernar. En ambos casos intenta convertir su ideología y doctrina en propuestas de transformación de la sociedad, lo cual no es ni más ni menos que insertar al país en las corrientes de desarrollo que están cambiando al mundo.
Pero también ello significa atender los problemas de la gente. Así el problema de la pobreza, que desde hace casi un siglo ha sido superado en el mundo desarrollado, se puede proponer como tema a concertar entre el liderazgo político del país y comprometerse a superarlo en dos décadas. Se podría comenzar con los barrios y tomar esas zonas populares como foco de la acción gubernamental, con un proyecto de gran alcance que abarque toda la acción pública, el sector privado y la comunidad organizada. Los grandes problemas requieren grandes soluciones de un liderazgo que tenga visión de Estado, algo de lo que carece absolutamente el régimen, que es incapaz de hacer nada de lo que hemos explicado, por causa de su ineptitud, mediocridad y ausencia de visión, pero también por su mala fé al perseguir solamente entronizarse en el poder, dividir a los venezolanos, mentir y disfrutar del poder como si Venezuela fuera una hacienda propia, de la cual son amos absolutos, menospreciando a la ciudadanía.
Falta muy poco para que este gobierno nefasto tenga que abandonar el poder. De nada valdrán esos intentos desesperados por realizar obras que estén a la vista de la gente, muchas de ellas con años de paralización, que además molestan la circulación de personas y vehículos. Esta vez no Sr. Maduro, haga lo que haga, las cosas cambiaron, la gente ya no se traga sus mentiras. Todos queremos que se vayan. ¡Basta ya!