AFP
Según los resultados oficiales en un 85% de circunscripciones, la alianza gubernamental de centroderecha del primer ministro, en el poder desde 2011, obtenía un 39,16% de votos, y el Partido Socialista del ex alcalde lisboeta Antonio Costa un 31,77%.
Passos Coelho ya dijo que está “listo para formar gobierno” y el líder de la oposición socialista portuguesa, Antonio Costa, reconoció su derrota y aseguró que no piensa dimitir.
El Bloque de izquierda, formación similar a Syriza, que gobierna en Grecia, daba la sorpresa al recabar un 9,10% de sufragios y podría superar por primera vez al Partido Comunista, que aliado con los Verdes obtiene el 7,37%.
“Espero que el país no esté bloqueado al día siguiente de las elecciones por falta de mayoría en el Parlamento”, se había inquietado el viernes Pedro Passos Coelho, que pidió a los portugueses que le dieran “la estabilidad necesaria parea gobernar”.
“El PS no contribuirá a una mayoría de bloqueo si no está en condiciones de proponer una alternativa creíble de gobierno”, indicó Costa la noche del domingo.
Tras haber comenzado con pronósticos negativos, la coalición de gobierno fue ganando seguidores en los sondeos de las últimas semanas de campaña electoral, pero el resultado de este domingo se queda muy lejos del 50,4% logrado por la derecha cuando hace cuatro años apartó del poder al socialista José Sócrates.
– Sin mandato claro –
Y sobre todo, Passos Coelho no ha obtenido un mandato claro que le permita formar un nuevo Gobierno estable y tendrá que manejarse con un parlamento mayoritariamente de izquierda, por falta de aliados potenciales de derechas.
“El PS puede formar gobierno”, lanzó enseguida Jerónimo de Sousa, dirigente del Partido Comunista, y afirmó que la coalición “obtuvo el número más alto de votos pero encajó una derrota”.
Una alianza entre el PS y la izquierda antiliberal se toparía con divergencias en principio insuperables.
La salida del euro exigida por el Partido Comunista portugués y la reestructuración de la deuda preconizada por el Bloque de Izquierda son líneas rojas que los socialistas no parecen dispuestos a pasar.
Desde la llegada de la democracia en 1974, POrtugal ha tenido varios gobiernos minoritarios, tanto de izquierda como de derecha, y sólo uno completó su mandato.
Sin mayor entusiasmo, los electores se han resignado a votar de nuevo a la alianza gubernamental, que ha sacado al país del abismo financiero a costa de una severa cura de austeridad, pero le han negado el cheque en blanco.
Elegido en junio de 2011, Pedro Passos Coelho, de 51 años, centrista liberal, tomó las riendas de un país al borde del default.
Su predecesor, el socialista José Socrates, acababa de pedir una ayuda de 78.000 millones de euros a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI).
– El espectro de la quiebra –
“La derecha logró transmitir el mensaje de que el regreso de los socialistas al poder significaría la bancarrota, como en 2011”, comentó a la AFP el politólogo Antonio Costa Pinto.
Tras un plan de rigor sin precedentes, con aumento de impuestos y cortes salariales, hoy el país registra una recuperación aún frágil y baja el desempleo.
El socialista Antonio Costa, de 54 años, que prometió “pasar la página de la austeridad” respetando las reglas europeas, buscó desmarcarse de la pesada herencia de Socrates.
Pero los muy mediáticos problemas judiciales de Socrates también marcaron la campaña socialista. Detenido por corrupción y blanqueo de dinero en noviembre de 2014, el exprimer ministro portugués se encuentra desde septiembre bajo arresto domiciliario.
La crisis griega, que los portugueses siguen muy de cerca, podría también haber pesado a favor de la coalición de derecha, que no cesó de comparar a los socialistas portugueses al Syriza.
Otra ventaja para la derecha, la campaña de Costa perdió claridad con un discurso que a veces se dirigía a la izquierda y a veces al centro.
“Era una estrategia errónea porque las elecciones siempre se ganan en el centro”, estimó el politólogo José Antonio Passos Palmeira.