Es cierto, todo bloqueo trae molestias, parálisis, iras y hasta odios encontrados, pero igual, de él, se derivan oportunidades como está sucediendo con Cúcuta tras el cierre de la frontera que declaró desde el pasado 19 de agosto el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Más que perder, Cúcuta ganó en todo el sentido de la palabra, expresaron autoridades, expertos, políticos, transportadores y ciudadanos del común.
La imagen de la Perla del Norte se posicionó en el país y en el mundo, porque se empezó a hablar en todos los escenarios de la ciudad, “por fin se conoció la otra cara de la capital de Norte de Santander”, dijo el alcalde Donamaris Ramírez.
En términos de mercado bursátil –explicó– las acciones de Cúcuta se dispararon en la bolsa de valores.
Esto produjo que los cucuteños empezaran también a aflorar el sentido de pertenencia por la ciudad, a que se empezara a hablar en términos independentistas, algo que parecía no darse nunca ante el universo de informalidad en que siempre se había debatido, dijo el gobernante.
De golpe, en lo que primero se sintió el impacto positivo fue en el consumo de lo nacional. “La gente está empezando a creer que lo hecho en Colombia es apenas que suficiente, ahora todos estamos volcados por lo nacional y eso se ve reflejado en todos los mercados”, dijo el empresario Carlos Mario Caicedo.
Para el director territorial de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, José Mauricio Villán García, un hecho que demuestra una ganancia positiva para la ciudad es el freno que se puso al contrabando.
Por poner un ejemplo, durante el primer mes de haberse declarado el cierre de los pasos fronterizos se presentó una reducción del 36 por ciento en las aprehensiones.
“Esto es bueno, porque ha permitido el repunte en la compras locales, entre otras de carne de ganado vacuno y combustibles”, dijo el funcionario.
La erradicación de la informalidad fue otra gran conquista que dejó el cierre de la frontera a Cúcuta, porque ahora hay que empezar a mirar una reconversión laboral para las más de 3.000 familias que se dedicaban en Cúcuta a vender gasolina en pimpinas, dijo Ramírez.
Igual sucederá con los vendedores informales que hoy ocupan el espacio público de la ciudad.
En este orden, en el plano empresarial e industrial, a la ciudad le llegó la hora de replantearse. Hay que buscar nuevos perfiles de desarrollo económico, porque también llegó la hora de poner fin a la dependencia que se tiene con Venezuela. “De esta crisis algo bueno que nos queda es que debemos abrir los ojos hacia nuevos horizontes distintos a los que nos ha planteado hasta ahora el vecino país”, dijo Jairo Yáñez, líder gremial de Induarcilla.
De hecho, ya se empezó a ver también un movimiento positivo en el plano de inversiones para Cúcuta, con la llegada de empresarios portugueses, ingleses y caleños para construir un nuevo centro comercial.
Cuando se abra la frontera ellos (los venezolanos) tendrán que venir a surtirse de Cúcuta.
Considero que hemos ganado en proyectar la ciudad, en crear un nuevo perfil a partir de qué tanto sabemos y qué tanto podemos dar, dijo Ramírez.
Para el director del Área Metropolitana, José Gabriel Román, el cierre de la frontera permitió a todos los sectores unirse entorno al desarrollo regional, “aunque hay temas que hay que tratar binacionalmente”.
El sociólogo Alberto Acuña Cordero manifestó que algo positivo que le queda a la ciudad de esta crisis es el reto al que se enfrenta para repensarla, para diseñar un nuevo perfil en lo social, en lo económico y en lo cultural.
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