La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sonó este martes la alarma por el deterioro de las condiciones de los periodistas en América Latina, donde aumentan los asesinatos de reporteros y se expande una “corriente censuradora” por casi todos los países sin excepción.
AFP
Desde muertes violentas en Brasil, México y Guatemala, agresiones en Bolivia, Argentina y Venezuela, o una preocupante concentración de medios por grupos paragubernamentales en Paraguay y Nicaragua, la SIP dibujó un negro panorama para los periodistas en las conclusiones de su 71º Asamblea General realizada en Charleston, sureste de EEUU.
A la organización que reúne a dueños y editores de medios del continente le preocupa “la violencia que no cesa contra medios y periodistas”, indicó Carlos Jornet, director del diario argentino La Voz del Interior de Córdoba, encargado de leer las conclusiones al cierre de cinco días de deliberaciones.
En tan solo seis meses, de marzo a septiembre, la SIP ha contabilizado 11 asesinatos de periodistas, en Brasil (3), México (3), Guatemala (2), Colombia (1), Honduras (1) y República Dominicana (1).
A este paso, se podrían superar las cifras del año 2014 de 21 muertes violentas de reporteros.
Varios países fueron escenario de “agresiones físicas, atentados, coacciones o amenazas contra periodistas y medios”, dijo Jornet.
Destacó la encarcelación de tres periodistas por denunciar corrupción administrativa en Bolivia, así como la represión contra corresponsales durante cobertura de procesos electorales, en Guatemala y Argentina, o al reportar conflictos sociales, en Perú, Ecuador y Brasil.
Venezuela mereció mención aparte, ya que en el país, “donde se consolida un totalitarismo comunicacional de Estado”, se han registrado este año “287 violaciones al derecho a la libertad de expresión, entre agresiones a periodistas, criminalización de la actividad periodística y limitación del acceso a la información”, señaló Jornet.
“Ningún país de América está a salvo de la corriente censuradora que se extiende como una inmensa mancha de aceite”, dijo, ya sea por medio de leyes que buscan controlar el libre flujo de información, restricciones a los datos públicos o la asfixia de medios a través de la asignación discriminatoria de la publicidad oficial.