Hoy, 7 de octubre, en todo el mundo los trabajadores y sus sindicatos elevan sus voces por el trabajo decente y exigen a los gobiernos y a los patronos “un empleo productivo, dignamente remunerado y en condiciones de libertad, equidad, seguridad y respeto a la dignidad humana”; con seguridad social, igualdad de derechos entre hombres y mujeres y adecuada protección de la libertad sindical y de los derechos de negociación colectiva y de huelga.
Este legítimo reclamo no encuentra oídos en el Presidente de la República, ni en ninguna institución estatal, llámese Asamblea Nacional, TSJ, Fiscalía o Defensoría, pues en coro parecieran seguir una directriz del Ejecutivo Nacional para destruir el empleo y deteriorar nuestras condiciones de vida.
La inflación —la indetenible subida de los precios— destruye el poder adquisitivo de salarios, pensiones y ahorros. La escasez de alimentos, de medicinas y de cualquier insumo doméstico nos convierte en esclavos de interminables colas. Es doloroso constatar cómo se consume el tiempo —que podría ser dirigido hacia el trabajo productivo— en las idas y venidas de un abasto a otro, en muchas ocasiones para devolverse con las bolsas vacías.
Los únicos que no se dan cuenta de esa calamidad son los funcionarios del gobierno y sus medios de comunicación, para los cuales todo está normal. Ellos no hacen colas para comprar alimentos o medicamentos, ni sus familias utilizan los centros públicos de salud o educación. Además, viven rodeados de guardaespaldas pagados con el erario nacional, mientras los trabajadores y el pueblo sobreviven al acoso permanente de una desatada y desalmada delincuencia.
La industria muestra números cada vez más negativos y la agricultura se hunde en la desolación, pagando los platos rotos principalmente obreros, empleados y también los pequeños y medianos productores. Ante esta incertidumbre, muchos profesionales ven como respuesta irse al extranjero y lo mismo ocurre con los jóvenes estudiantes, quienes se lamentan de que el país no les ofrezca ninguna posibilidad de futuro.
Para colmo de males, este gobierno autoritario y militarista se empeña en impedir el libre funcionamiento de las organizaciones sindicales y gremiales, se niega a discutir a tiempo los contratos colectivos y persigue —con sus policías, guardias nacionales, fiscales y jueces— a quienes protestan y exigen sus derechos.
Pero “tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”. Los trabajadores no estamos dispuestos a seguir soportando este desastre. Basta de destruir los salarios y desvalorizar el trabajo, el estudio y el esfuerzo de superación. Que el gobierno asuma su responsabilidad y no siga inventando excusas como la de la “guerra económica”. Exigimos un cambio de rumbo que permita detener esta catástrofe, que cese la escasez y el hambre y que se frene la delincuencia.
Tenemos derecho a una vida mejor, en una Venezuela donde nuestros hijos puedan estudiar, prepararse, divertirse y progresar, en paz y en democracia. Un país donde todos puedan acceder a un empleo estable, productivo, bien remunerado y con los derechos laborales garantizados. Unidos lo lograremos.
Aumento general de sueldos y salarios
Empleo Decente y producción nacional ¡YA!
Presupuesto justo para la educación y la universidad
Respeto a la libertad sindical y la contratación colectiva
Que la crisis no la pague el pueblo trabajador
Unidad de Acción Sindical y Gremial
CTV – UNETE – CGT – CODESA – APUCV – SNTP
FADESS – CCURA – MOSBASE
Venezuela
7 de octubre de 2015