El investigador opina que el Gobierno pretende generar silencio y crear una cara del país que en realidad no existe. advierte que la historia reivindicará imagen de Leopoldo López, publica El Tiempo.
Por Gustavo Gil
Roberto Briceño León tiene cara de militar gomecista de principios del siglo XXI, pero lo que más rechaza es el militarismo. Hasta hace poco era conocido sencillamente como el profesor Briceño, pero ese título ha debido cederlo a un joven humorista, José Rafael Briceño, hijo de la psicóloga social y exministra Mercedes Pulido.
Briceño está más activo que nunca y acaba de protagonizar el lanzamiento de los resultados de la segunda encuesta sobre Delito Organizado que mostró al país la percepción de la ciudadanía ante este flagelo y su incidencia en la vida política del país.
Su especialidad es medir los niveles de violencia y recomendar políticas para controlarla, pero afirma que este tema está presente en cada minuto de la vida del venezolano.
“¿Es que no es violencia la cola de todos los días y que no exista leche para los niños y que corramos el riesgo de ver crecer una generación de niños desnutridos?”
–¿Se apoderó el crimen organizado del bachaqueo y el narcotráfico, en la frontera?
–La población percibe que las bandas organizadas se manejan en complicidad entre sectores delincuenciales y sectores oficiales. 62% de las personas encuestadas respondió positivamente cuando se les preguntó qué opinaban de los militares que habían sido influenciados por el narcotráfico. En la frontera la gente no identifica a los paramilitares y a la guerrilla como responsables del delito de extracción, sino que responsabiliza a bandas organizadas y funcionarios que están actuando conjuntamente.
–¿Hay en Caracas y otras ciudades del país un toque de queda virtual decretado por el hampa?
–Lo que hemos comprobado es que hay una conducta de inhibición originada por el miedo generalizado. La gente dejó de salir en las noches y los comercios cierran más temprano. Se perdió el espacio público y se perdió la libertad que se refleja en ese toque de queda que cada uno de nosotros nos autoinfringimos diariamente.
–¿Cree usted que el 6-D llegará la sangre al río?
–No necesariamente tiene que haber más violencia, porque la venezolana no es una violencia política, es fundamentalmente criminal, que tiene que ver con el desamparo de la población más pobre. Políticamente se observa que el gobierno nada hace y permite el crecimiento y actuación del hampa, como una manera de intimidar a sus adversarios.
-Lo que suceda el 6-D dependerá no solo de la población, sino del Gobierno y de la actitud que se tome frente a los resultados electorales.
–¿Se le escapó de las manos el monopolio de la violencia al Estado?
–Desde hace mucho tiempo el Estado venezolano perdió el monopolio de la violencia en el país, hace más de una década observamos un incremento abismal de los homicidios. Lo que está ocurriendo con las armas largas, las municiones y las granadas es que hay una notable complicidad con funcionarios. De alguna manera, el Gobierno incentiva la violencia. A pesar de las leyes de desarme, la consigna del pueblo en armas está intacta.
-¿Qué mensaje se envía a los venezolanos y al mundo cuando el líder de las Farc, Timochenko, llega a La Habana a bordo de un avión oficial venezolano?
–Es muy lamentable, pero se trata de una cooperación abierta con la guerrilla y los grupos armados y los secuestradores. Es un mensaje en el que el Gobierno se equipara con estos grupos, como una manera de buscar aval y reconocimiento. Las fuerzas democráticas del mundo saben ahora que hay algo que no está bien en este país.
-¿Cree usted que el Estado indemnizará algún día a Leopoldo López después de la abusiva sentencia a la que fue sometido?
–No lo creo. La historia se encargará de reponer el nombre de Leopoldo al sitial que se merece, después del sacrificio que está haciendo por los venezolanos. Hay un ensañamiento contra López que da una señal de miedo por parte del Gobierno y termina dándole una proyección histórica a Leopoldo López, un hombre que ha dado muestras de tener un coraje fuera de serie.
–¿A qué conclusión llega usted acerca del estado en que se encuentra el sistema judicial?
–Es obvio que hay una manipulación de la justicia para criminalizar la disidencia y la protesta. Aquí no hay justicia, aquí priva la aplicación de un deseo del poder. En Venezuela está vigente la frase de Getulio Vargas: “Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. Bueno, ya ni la ley la aplican porque lo que hacen es una interpretación perversa de la norma. Estamos frente a unos jueces que obedecen las órdenes de un gobierno que ha perdido cualquier nivel de vergüenza.
–¿Cómo se inserta la hegemonía comunicacional en el marco de violencia que vive el país?
–La hegemonía comunicacional la están utilizando para silenciar. Desde el año 2004 no hay datos oficiales y esa hegemonía sobre los medios de comunicación social ha servido para no mencionar los problemas, para ocultar el estado de violencia e inseguridad que vive el ciudadano. Intentan construir una historia oficial que se diluye porque los propios funcionarios dejan colar las informaciones que se intentan acallar. Pero lo que quieren hacer es generar silencio y crear una historia de un país maravilloso que en realidad no existe.
–¿Puede la actividad hamponil poner en peligro las libertades democráticas?
–El delito en general y el delito organizado en particular afectan la estabilidad democrática. 87% de la gente, de los venezolanos de todos los colores políticos y sectores sociales, sienten que el delito pone en peligro la democracia, democracia entendida como un sistema de vida social regida por normas y convenios y no por la fuerza de las armas.
De Perfil
Roberto Briceño León es sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Por muchos años ha sido profesor de postgrado de esa casa de estudios. Preside el Observatorio Venezolano de Violencia. Actualmente lleva adelante investigaciones tanto en Venezuela como en el resto de América Latina y África. Briceño acaba de publicar junto a Alberto Camardiel, el libro “Delito Organizado Mercados Ilegales y Democracia”, de editorial Alfa. Briceño nació en Valera, estado Trujillo, e hizo sus primeros estudios en el colegio La Salle, en Barranquilla, Colombia. En 1974 egresó de la UCV y al año siguiente fue a perfeccionar sus conocimientos en la Universidad de Grenoble, en Francia, donde se involucró con el Centro Social de Etnología y Psico-Sociología de París.