Mide treinta centímetros, es inflable y está vestido de preso. Podría ser un muñeco cualquiera si no fuera porque guarda semejanza con el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
Pixuleco, como ha sido apodado, es la nueva bandera de los opositores, pero también una forma alternativa de negocio.
La figura se estrenó en la multitudinaria manifestación del pasado agosto contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y su popularidad se ha traducido en una producción en serie en varias fábricas del país.
Además de una símbolo para la oposición, Pixuleco también se ha convertido en un producto de mercado.
Un ejemplar de este muñeco está siendo comercializado por uno 10 reales (unos 2,50 dólares) y sirve a los movimientos civiles opositores para costear algunos de los gastos de las manifestaciones, aunque otros se distribuyen de manera gratuita.
En la fábrica Big Format, en la localidad paulista de Guarulhos, las máquinas han comenzado a rodar para entregar un pedido de Pixulecos en los próximos días. Tan sólo en el último mes la compañía ya ha producido 5.000 ejemplares.
“La utilización de inflables en las manifestaciones ayudó bastante. En el segundo semestre del año los presupuestos han aumentado un 25 % y la facturación ha subido un 10 %”, aseguró a Efe Denilson Silva Souza, director de la empresa.
Pixuleco viste un traje a rayas blancas y negras horizontales y en su dorso figura el número 13, en referencia al código electoral del PT de Rousseff y Lula, y el 171, como se conoce en Brasil la ley del estelionato, utilizada históricamente en el país para referirse a los “aprovechados” de una situación.
Y es que sus creadores, pertenecientes a un movimiento civil opositor, creen que Lula debería de estar preso, pues, a su juicio, el gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras se tejió con conocimiento del propio expresidente, contra quien, sin embargo, no pesa ninguna acusación formal.
“El origen del ‘Petrolao’ (nombre dado el escándalo) viene de la época de Lula. Fue organizado por personas indicadas por ellos y sirvió para el enriquecimiento de su familia”, dijo a Efe Alessandro Gusmão, del Movimiento Brasil, del estado de Alagoas y creador del muñeco.
Este movimiento es uno de los 43 grupos civiles que se han organizado para presionar a favor de la apertura de un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, lo que ya ha sido solicitado en el Congreso por varios sectores de la oposición.
De acuerdo con la portavoz del movimiento que los agrupa, Carla Zambelli, el nombre de “Pixuleco” tiene su origen en el ‘caso Petrobras’, por el que están siendo investigados medio centenar de políticos, la mayoría de la base aliada de Rousseff.
Según las investigaciones, Joao Vaccari Neto, extesorero del PT y condenado por beneficiarse de las corruptelas de la mayor empresa de Brasil, se refería a los “pixulecos” (cantidades de dinero) cuando negociaba las coimas.
Desde entonces, Pixuleco ha sido protagonista en numerosos escenarios: irrumpió en el Congreso de los Diputados, acaparó la atención en el corazón financiero de Sao Paulo y tocó la puerta del Tribunal de Cuentas, órgano que reprobó los balances públicos que el Gobierno presentó el pasado año.
El movimiento opositor -que ya ha encargado unos cuantos ejemplares- garantiza que Pixuleco continuará en las calles como símbolo de protesta, pero prefiere no desvelar cuál será el próximo destino de la versión gigante de este muñeco, de unos 10 metros de altura.
“La agenda del Pixuleco es secreta. Ya fue acuchillado una vez y BanDilma ya sufrió un atentado”, comentó Zambelli.
BanDilma es un muñeco hinchable con la figura de Rousseff -vestida de rojo y con un antifaz negro- que ha acompañado a Pixuleco en los últimos actos contra de la presidenta, quien fue reelegida el pasado marzo para un segundo mandato.
El Instituto Lula, orientado por el expresidente brasileño, manifestó a Efe que no tiene “ninguna postura” sobre alguna acción judicial contra los creadores del muñeco. EFE