Actualmente, son muchos los tabúes sobre el tema de la donación y trasplante de órganos. En nuestro país la religión, cultura y falta de información impiden que exista una conciencia social frente a este tema, disminuyendo las posibilidades de que un paciente reciba un trasplante. Ante esta situación, es importante comprender que cualquiera de nosotros o nuestros familiares puede ser quien requiera una donación, empezando con algo básico como la sangre.
De acuerdo con la cirujana renal, Patricia González, en Venezuela el mayor porcentaje de órganos donados provienen de fallecidos de hechos violentos y accidentes viales. Es por ello, que pensando en una sociedad menos violenta toman valor los donantes fallecidos con criterios expandidos y los donantes vivos.
“El trasplante renal de un donante vivo representa las tasas más altas de sobrevida del injerto, estamos hablando entre 89% y 90% aproximadamente, en relación a un donante fallecido, con 78%. Interfieren factores como la compatibilidad, en nuestro país es permitido hasta quinto grado de consanguinidad o parejas, se reducen considerablemente los tiempos de isquemia, menos tiempo de estancia hospitalaria, menos dosis de inmunosupresores, y menor riesgo de rechazo del injerto”, detalló la especialista.
Un gesto de amor
El pasado mes de agosto se realizó en Caracas un trasplante de riñón de donante vivo, el cual fue posible gracias a un equipo interdisciplinario encabezado por los cirujanos de trasplante renal José Benchimol, de la Policlínica Metropolitana, quien estuvo a cargo de la nefrectomía, y Patricia González por el Servicio de Nefrología y Trasplante del Hospital Miguel Pérez Carreño, a cargo del implante del órgano.
La donación fue recibida por Víctor Salazar, un ingeniero de 36 años de edad, diagnosticado con enfermedad renal crónica en estadio 5, desde finales del 2014, quien se encontraba en terapia dialítica, su indicación médica era recibir un trasplante de riñón lo más pronto posible para garantizar su sobrevida. Al iniciar la búsqueda de un posible donante y de consultar a los familiares, descubrió que su esposa, la odontóloga Lauriglor Rodríguez de Salazar, no sólo era del mismo tipo de sangre, sino que además era compatible para ser la donante.
“Descubrimos que la causa de su insuficiencia renal era autoinmune, por lo que su organismo dañaba el riñón. Al comenzar las terapias dialíticas pasamos por momentos sumamente duros, por eso cuando supimos que era compatible con él, sin pensarlo decidí ser yo quien fuera su donante y así ayudarlo a superar esta prueba a la que nos enfrentamos. Simplemente asumí que ese riñón que yo tenía, estaba guardado para él”, relató Lauriglor Rodríguez.
De allí en adelante, el trabajo consistió en que ella se sometiera a todos los exámenes de rutina, propios de una cirugía. En todos los casos, los donantes vivos deben gozar de buena salud, demostrada por un equipo multidisciplinario de médicos, como requisito indispensable.
El donante después del acto recobra su vida normalmente. El procedimiento se hace con una cirugía mínimamente invasiva (Nefrectomía Laparoscópica del Donante), por lo cual después de un tiempo de descanso prudente, el paciente puede retomar sus actividades cotidianas. “Posterior a ello, deberá tener los cuidados que el resto de la población que jamás ha donado: una vida equilibrada en buena alimentación y actividad física, los riesgos de enfermedades van a la par de las demás personas. Así como, cuidar factores de riesgo cardiovascular y renal como la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes, el hábito tabáquico”, explicó González.
“El error más grande es el tener miedo, por eso es importante informarnos y educarnos sobre cómo será la vida después de la donación. Hasta ahora mi recuperación ha sido excelente, él ha evolucionado correctamente al injerto y saber que a las pocas horas ya estaba respondiendo fue una gran satisfacción para mí. Nada mejor que saber que le estas dando otra oportunidad de vida a esa persona que amas”, concluyó Lauriglor Rodríguez.