“En Venezuela el gobierno no tolera el humor y la realidad no da risa. Vivimos una situación post nuclear. Lo básico se hizo extraordinario”, sostiene seriamente Luis Chataing, un popular comediante venezolano empujado por la actualidad a politizarse.
AFP
Chataing es uno de los personajes más relevantes en los medios de Venezuela, donde se ha mantenido presente desde hace 23 años. Sus emisiones “Ni tan tarde” o “Chataing TV” se convirtieron en referencia de generaciones.
Pero desde junio del año pasado su programa nocturno de televisión fue sacado del aire por “presiones políticas”, afirmó, aunque desde la radio sigue acompañando las mañanas de millones de seguidores con un programa diario.
“El gobierno no tolera el humor, lo encuentra peligroso, lo encuentra amenazante”, dijo a la AFP en Buenos Aires, donde el jueves presentará en Nicetoclub su ‘stand up’ “Todo gira”.
Desde febrero ha visitado más de 30 ciudades, una ‘internacionalización’ que refleja la ola de emigración de venezolanos.
“En todos los casos son los venezolanos que me llevan a esos lugares. La intención de este show es visitar el último rincón del planeta donde haya un venezolano”, aseguró Chataing.
Este humorista es considerado el más influyente en redes sociales de Venezuela con más de 3.900.000 seguidores en Twitter y 1.300.000 en Instagram.
– Políticamente serio –
En los años 1990, Chataing era sinónimo de humor ligero, muy seguido por jóvenes. Pero, a medida que en el país fue creciendo la polarización entre seguidores y adversarios al gobierno del expresidente Hugo Chávez, sus programas también fueron cambiando de tono, aunque con la risa e ironía como único fin.
Hoy admite que las editoriales de su programa radial, en las que reflexiona sobre hechos de actualidad siempre relacionados al gobierno y la pesada situación económica y social, se toman casi el 50% de su espacio.
“Es algo inevitable. Cuando las cosas están tan graves como están en Venezuela, uno no puede ir aparte de lo que está sintiendo la gente a la cual sirve como comunicador. En mi caso, antes de ser humorista, locutor, comunicador, o lo que sea, soy ciudadano”, dice sobre su abierto activismo.
Con 48 años pertenece a la generación de los principales líderes políticos que adversan al chavismo: el excandidato presidencial Henrique Capriles, el líder preso Leopoldo López, la exdiputada María Corina Machado, de la mayoría de los cuales es amigo desde hace años.
A ratos Chataing suena tan comprometido en su posición política que es inevitable no indagar sobre sus intenciones con ese activismo.
“No es un escenario que descarto, meterme en la política. Pero para ser político hay que tener una vocación prácticamente religiosa, como esa gente que decide ser cura, y yo todavía no siento ese llamado”, aseguró.
Enfatiza que se siente muy cómodo en su mundo de locutor y comediante para servir de “válvula de escape para una sociedad atrapada en una cotidianidad dramática”.
Lo que el humorista califica de “situación post nuclear” es la inseguridad, el desabastecimiento de alimentos, medicamentos y una inflación de “cerca del 80%”, según el gobierno, y por encima de 200% de acuerdo a consultoras privadas.
La idea de emigrar está en el horizonte de muchos venezolanos y Chataing no niega ni las ofertas que ha recibido ni la tentación.
“Pero ahora tengo un hijo, un niño de un año y ocho meses que está preso en mi casa y que lo veo que se hiperventila corriendo a las palomas en Buenos Aires y me da tristeza no ofrecerle eso”, afirma con gesto compungido. Mira al techo y por fin bromea: “¡Sírvanme un ron por favor!”.