El último sábado de octubre de cada año significa una fecha importante para los habitantes del estado Zulia, en el occidente de Venezuela, creyentes en la fe católica. La Virgen del Rosario de la Chiquinquirá desciende desde su altar para reencontrarse con sus hijos terrenales, quienes le oran, le cantan, le escriben y comparten sus penas y alegrías.
AVN
Es el inicio de las fiestas en su honor, que se extienden hasta la subida a su nicho el primer domingo de diciembre, tras una procesión trasnochadora que recorre las callecitas del barrio El Saladillo hasta llegar de nuevo a primera hora a su hogar sagrado, en la ciudad de Maracaibo.
La espera de la ansiada fecha, que en la entidad da entrada a la celebración de la Navidad, se inicia con una programación mariana que incluye la juramentación de niñas y adolescentes como Hijas de María, la de los Servidores de María, el retoque de la limpieza de su corona y de la Basílica, y la recolección de flores para la ceremonia y el resto de los actos que se enmarcan en la festividad religiosa.
Sus hijos de tierras zulianas y de otros estados se congregan desde temprano en la Basílica San Juan de Dios o de la Chiquinquirá, para agradecerle por algún favor concedido, solicitarle ayuda celestial, para reencontrarse con ella y sentir gozo espiritual.
“La Bajada de la Virgen es una ceremonia de gran significación teológica, que es esperada todos los años con devoción por el pueblo marabino, debido al amor que los fieles profesan a la madre de Dios”, explicó el párroco de la Basílica, el presbítero Eleuterio Cuevas.
Entre los años 1960 y 1970 no hubo continuidad en la Bajada de la Virgen, debido a las reformas del Concilio Vaticano, pero desde hace 45 años, la celebración tomó realce. La renovación de la ceremonia logró que quienes vivieron y crecieron en las tradicionales casas de los alrededores de la Basílica se congregaran de nuevo y retomarán la tradición religiosa, que es cada vez más concurrida por miles de feligreses.
León Magno Montiel, cronista gaitero, refiere que la Bajada de la Virgen es el símbolo de la unión del pueblo en la fe y en el amor a la Virgen María en su advocación de Chiquinquirá. “La Chinita es la madre celestial de los zulianos y es la que nos une”, subraya.
Madre indígena
La ceremonia se inicia a las 5:00 de la tarde, donde más de 700 Servidores de María, congregación centenaria que reúne a los custodios de la Virgen, la acompañarán en su bajada y en su primera procesión.
Por un tobogán de 62 metros desciende la sagrada reliquia desde su camerino hasta el centro de la plazoleta de la Basílica, donde es esperada por el pueblo entre flores y gaitas interpretadas por Los Chiquinquireños. Este conjunto está conformado por músicos y vocalistas de diferentes grupos gaiteros, para luego acompañarla en su primera procesión.
Cada año, el arreglo de la Basílica y de la Virgen tiene un motivo especial. Este año está revestida de la cultura de la etnia indígena wayuu, que adornará las afueras del santuario con un pórtico en el que brillarán los tapices guajiros; mientras que la Chinita lucirá un manto propio de esta población autóctona, confeccionado por la artista Luisa Fereira, tejedora de Soles de Maracaibo, una técnica de tejido cultivada desde hace más de un siglo en esta región.
En el centro, el manto tiene un gran rosetón que significa Lago de Maracaibo para la Chinita, y en medio de ese cuerpo de agua está el sol.
Peregrinar
Luego de su bajada, la Dama del Saladillo, como también le dicen a la Chinita, sale en su primera procesión, en cuyo recorrido unos feligreses le acompañan y otros le esperan al frente de sus casas.
El domingo 1º de noviembre sale en su procesión lacustre, partiendo en esta oportunidad desde El Malecón de Maracaibo, para pasar luego por las poblaciones de El Moján, Sinamaica, Isla de Toas, los Puertos de Altagracia, Santa Rita, Cabimas, Lagunillas y Bachaquero. Cumple así un trayecto de 14.000 kilómetros en una embarcación de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), de la cual es su patrona.
El 18 de noviembre, cuando se celebra su día, tras una noche y madrugada de serenata gaitera ofrecida por los grupos musicales del estado, recorre de nuevo las calles y sectores cercanos a la Basílica.
El 28 de noviembre vuelve a salir en procesión por la parroquia Chiquinquirá y luego, en la medianoche del viernes 4 de diciembre hará su último paseo hasta el amanecer en la llamada Procesión de la Aurora.
“La Virgen está en el cielo y baja a tierra zuliana a compartir, a mezclarse, a humanizarse con el pueblo que la venera. Ella viene y se mezcla con nosotros desde el último sábado de octubre y se va a pasear por las calles y por el Lago. Se va al barrio, a las calles, a los pueblos de agua”, indicó Eduardo Morales, fundador del grupo musical Quinto Criollo Morales, al exponer que compartir con la Chinita en su bajada y en sus recorridos es una emoción indescriptible, donde los corazones buenos se multiplican en oración y bendiciones.
Foto AVN