Nicolás Maduro está muy preocupado. Sólo falta un mes para las trascendentales elecciones parlamentarias del 6-D y las encuestas se empeñan en amargarle la vida presidencial todos los días. Una peor que la otra. “El gobierno no es que va perder, ¡es que ya perdió!”, le recalcó Julio Borges, candidato a la reelección parlamentaria por Primero Justicia (el partido del gobernador Henrique Capriles), quien esgrimió seis estudios de opinión en los que la distancia entre revolución y oposición se cifra entre 20 y 30 puntos, publica El Mundo de España.
Por DANIEL LOZANO/Caracas/@danilozanomadri
Las distintas maniobras gubernamentales, desde el conflicto fronterizo con Colombia hasta las acusaciones contra el empresario más importante del país, escuchas telefónicas ilegales incluidas, no han logrado coser la brecha creada por los venezolanos, influidos por la gigantesca crisis económica que golpea al país sudamericano.
Ante grandes males, qué mejor que recuperar un viejo ardid del comandante Hugo Chávez: la campaña del miedo. “Vamos a ganar como sea, la revolución no será entregada jamás”, ha repetido el primer mandatario en distintos discursos. Maduro tampoco ha dudado en destacar que si el chavismo pierde “la revolución pasaría a gobernar con el pueblo” y en “unión cívico-militar”.
Palabras que no son fruto de un calentón político y sí una de las estrategias que el laboratorio bolivarianodesplegará hasta el primer domingo de diciembre. “El gobierno quiere generar temores e inhibiciones. Hoy el chavismo es la mitad del capital político que dejó Chávez. A través del miedo intentan retener a la gente”, reflexiona el politólogo John Magdaleno, convencido, no obstante, que el voto de castigo será definitivo y que es “poco probable” que el gobierno pueda revertir la situación.
El paralelismo con lo que sucede en Argentina es evidente, casi mimético. El sorprendente resultado electoral del opositor Mauricio Macri ha desatado una campaña parecida desde el poder peronista, anunciando desastres apocalípticos. O como avisa Maduro desde Caracas que sucedería después de su derrota: “El país entrará en una de las más turbias y conmovedoras etapas de su vida política… El que tenga oídos, que entienda”.
La campaña del miedo no ha hecho nada más que empezar, pero ya se han apuntado sus dirigentes más radicales. Sus mensajes se dirigen directamente a sus propios seguidores y a ese porcentaje que votó a Chávez en 2012 y que hoy cree que Maduro es incapaz de sacarles del atolladero económico. “EEUU, la CIA y las grandes trasnacionales lo primero que van a hacer es erradicar por completo el chavismo, hasta la última raíz”, disparó Mario Silva, el periodista favorito de Chávez, señalado tras conocerse una grabación en la que informaba a un militar cubano de los entresijos de la política venezolana. “El plan verdadero de la oposición es entregar el país al FMI“, insistió Silva.
“La derecha quiere utilizar el 6-D para desestabilizar, para agredir al pueblo, para insultar a Chávez”, clamó Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas y jefe de la campaña electoral revolucionaria.
“Si se prende el conflicto yo también salgo a la calle a defender la revolución“, añadió el propio primer mandatario, quien no mostró ninguna prueba al afirmar que la “derecha venezolana está arreglando un pacto con paramilitares para adicionar mayores crímenes en el país y fomentar la desestabilización y el caos”.
Amenazas para unos, temores para otros. El altavoz del pánico no sólo se dirige a los chavistas más o menos fieles, también lo hace a los opositores, como recuerda la psicóloga social Colette Capriles. “Otra parte de la campaña del miedo se basa en la idea de que la oposición no reconocerá los resultados”, insiste.
Para el gobernador Capriles, el “hijo de Chávez” está asustado y por eso “apela al miedo, a la intimidación y a la amenaza, porque se sabe perdido”.
La parcialidad del Consejo Nacional Electoral, las campañas electorales abusivas y el rodillo de todos los poderes del Estado siempre han afectado a un porcentaje de la oposición, que se desanima de cara a las urnas. En el otro lado, la pérdida de derechos alcanzados durante el proceso revolucionario (según la narrativa chavista) es uno de los principales objetivos de la táctica del temor.
“Las campañas del miedo y/o contraste, si están bien articuladas y el mensaje es sensato y verdadero, retribuyen. Maduro tiene mayor nivel de negativos y quizá sea poco creíble. Necesitas estar sano en positivos para atacar, puesto que si no te aumentan los negativos”, reflexiona para EL MUNDO el asesor electoral españolAntonio Sola, quien ha trabajado en los dos países y que también llevó a la presidencia a Juan Manuel Santos en Colombia y Felipe Calderón en México.
Eso sí, el politólogo no ve nada claro el futuro de Maduro, mientras que para Scioli la campaña del miedo “le puede retribuir sin duda y darle la vuelta a la elección”.