A Hilary y Shane Lentz les interesaba la idea de una casa diminuta, pero no estaban seguros de que la realidad fuera a ser tan atractiva.
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Su curiosidad les llevó a las colinas de New Hampshire, donde un negocio iniciado en la Universidad de Harvard alquila viviendas diminutas por 99 dólares la noche. La empresa, Getaway, ha atraído visitantes de lugares lejanos para probar cómo es la vida en una casa de 160 pies cuadrados (14 metros cuadrados) antes de lanzarse a ese estilo de vida.
“Es una forma de probar la vida en una casa diminuta”, comentó Jon Staff, fundador y director general de Getaway. “Las gestionamos un poco como habitaciones de hotel en el bosque”.
En todo el país, cada vez más empresas permiten a los curiosos probar esta forma de vida. Caravan, un hotel de Portland, Oregon, ofrece seis casas de entre 84 y 170 pies cuadrados (de 7,8 a 15,8 metros cuadrados). Los sitios web de arrendamientos para vacaciones ofrecen decenas de casas pequeñas colocadas por sus propietarios.
Las definiciones varían, pero algunos dicen que una casa diminuta es cualquiera de menos de 400 pies cuadrados (37 metros cuadrados). Sus defensores señalan a las ventajas medioambientales y financieras de este estilo de vida.
Los Lentz, de Pittsburgh, llevaban años planteándose una gran reducción de su vida. Eso les liberaría de la hipoteca de su casa de tres dormitorios. Podrían construir la casa sobre ruedas y llevarla a cualquier sitio. Al renunciar a algunas pertenencias, tendrían menos distracciones.
“Tener un espacio vital más pequeño permite estar más abierto a experiencias, y disfrutar de verdad la vida cotidiana”, comentó Hilary, de 27 años.
Pero la pareja tenía algunas dudas. Shane, de 29 años, se preguntaba si los retretes sin agua, algo habitual en las casas diminutas, también serían inodoros. A ambos les preocupaba preparar la comida en una cocina enana. Hilary quería saber si el aspecto acogedor perdería peso ante el aislamiento.
Getaway es el primer proyecto del Millenial Housing Lab de Harvard, un grupo de estudiantes de derecho, diseño y negocios que exploran nuevas ideas de alojamiento. Staff, licenciado en empresas, dijo que las épocas que pasó viviendo en un barco y en un remolque le inspiraron para ayudar a difundir el movimiento de la casa diminuta.
“Los espacios pequeños le fuerzan a uno a salir al mundo, y creo que eso es algo bueno”, dijo.
Los partidarios de la vida a pequeña escala creen que el movimiento gana fuerza, en especial en algunos lugares. Han aparecido pueblos de pequeñas casitas en ciudades como Portland y Seattle. Otras ciudades han considerado relajar sus normas de urbanismo para abrir la puerta a más casas pequeñas.
Pero los expertos de la industria dicen que es difícil dar cifras concretas para la tendencia. En un sondeo anual, la Asociación Nacional de Agentes de Inmobiliaria estimó que la cantidad de compradores de viviendas que optaron por viviendas menores de 1.000 metros cuadrados se ha mantenido en torno al 1% en los últimos cinco años.
“Los datos revelan que la vivienda diminuta no es lo que la gente considera el sueño americano”, comentó Lawrence Yun, economista jefe de la asociación.
El crecimiento en grandes ciudades avivará la demanda de apartamentos y adosados más pequeños, señaló, pero no de viviendas individuales.
En cualquier caso, las viviendas diminutas han llamado la atención de la gente al aparecer en programas de televisión y documentales.
Los Lentz reservaron una estancia en cuanto supieron de Getaway a través de internet. Pasaron el fin de semana en una casa de madera del tamaño de un contenedor de mercancías, con paneles solares para la electricidad. El suministro de agua venía de un depósito de 110 galones (416 litros). El retrete de compost requería vaporizar agua de una botella después de cada uso.
“Nuestras casas diminutas son un poco más sencillas que el estándar”, dijo Staff. “Son rústicas”.
Durante su prueba, la pareja jugó a juegos de mesa e hizo senderismo. Encendieron una hoguera y miraron las estrellas. Pese a sus temores, la ajustada cocina tenía mucho espacio para preparar una cena con espaguetis. Tras calentarse poco a poco, el pequeño calefactor de propano logró mantener a raya el fresco del otoño.
“Fue muy cómodo”, dijo Hilary. “Me sorprendí mucho. No sentí esa sensación de estar enclaustrada, ni siquiera en la plataforma elevada”.
Para el final de su estancia, Shane no estaba convencido con el retrete de compost. Pero en general, señalaron, el viaje reforzó su decisión de simplificar. Incluso han elegido posibles diseños. El único obstáculo ahora es la legislación urbanística de Pittsburgh, que puede complicar el encontrar espacio para una vivienda diminuta, señalaron.
“Si podemos encontrar un lugar”, dijo Hilary. “Ni siquiera creo que hubiera dudas al respecto”.
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