En Venezuela buscar parejas o cuadrar citas a través de aplicaciones para teléfonos inteligentes de uso universal como Grindr y Tinder es una ruleta rusa. Tras casi dos años de investigaciones, el 29 de octubre de 2015 una comisión del Cicpc detuvo a los miembros de una banda que captaba a sus víctimas en Caracas, a través de una de estas app, con la excusa de tener sexo casual.
Angélica Lugo/Runrun
La aplicación Grindr, utilizada por miembros de la comunidad LGTBI -especialmente de sexo masculino-, era el anzuelo de Mario Antonio Modesti Cañizalez, líder de la banda, para “pescar” a sus presas. Se hizo pasar por gay y creó un perfil para conseguir citas con hombres cuyas cuentas bancarias y bienes eran más atractivos que su físico. El objetivo real era robarlos.
El primer paso era hacer un estudio socioeconómico de sus potenciales víctimas, el delincuente las citaba en restaurantes costosos o en discotecas y posteriormente las persuadía para ir a sus casas a tener sexo. Una vez que estaban en las residencias, les suministraba una droga desconocida que actuaba de manera inmediata y los dejaba inconscientes. Luego Modesti, de 27 años de edad, procedía a apoderarse de todos los objetos de valor que encontraba en la vivienda.
Modesti, con el apoyo de un familiar y de un amigo, sustraía las pertenencias. Tiene una novia, que también es investigada por complicidad, pues estaba al tanto de las actividades que realizaba su pareja, reveló una fuente extraoficial.
Durante más de tres años Modesti Cañizalez llevó una vida con comodidades gracias a los beneficios que le reportaba este modus operandi. Desde inicios de 2014 funcionarios del Cicpc estaban tras la pista de la banda que operaba en el este de Caracas.
“Más de 30 denuncias de robos cometidos por Modesti fueron procesadas en subdelegaciones del Cicpc, como Simón Rodríguez, Santa Mónica y Chacao. Después de practicarse varios allanamientos en el Área Metropolitana de Caracas, se logró la aprehensión de este delincuente y de tres cómplices”, explicó un funcionario.
Las víctimas de Modesti se pierden de vista. “Sospechamos que hay más de 100 casos, pero los agraviados no denuncian porque piensan que por su condición sexual la policía no va a colaborar con ellos. Es importante que los ciudadanos sepan que el Cicpc no le presta atención a sus preferencias sexuales”, agregó una fuente policial.
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