Para Rodríguez Menier, la revolución comenzó a involucrarse en el narcotráfico durante la década del 70 y en algunas de las publicaciones del intelectual Marcelo Fernandez-Zayas, se certifica que fue a principio de los años 80, por lo menos. Hay testimonios de que el colombiano Fabio Vázquez Castaño, representando a movimientos insurgentes de su país, contactó a Manuel Piñeiro Losada –el famoso“Barba Roja” de la Sección de Inteligencia del Partido Comunista Cubano- para proponer la adquisición de armas vía Cuba para la lucha armada en Colombia y el pago en cocaína. Al comunicar la propuesta, Barba Roja argumentó que las drogas irían finalmente a EEUU, siendo un elemento desestabilizador del gobierno y de la sociedad de ese país. Además, la cocaína era una suerte de moneda convertibleque ayudaría a las finanzas cubanas y con esta operación se apoyaba a los rebeldes colombianos. El negocio fue aprobado por la más alta jerarquía la revolución: Fidel Castro, su hermano Raúl y el general José “Pepe”Abrahantes, a la sazón Ministro del Interior. De las confidencias de Leamsi Salazar a las autoridades norteamericanas –según relata en su libro el periodista Emili J. Blasco- uno puede concluir que aquellos argumentosse mantienen vigentes para la casta revolucionaria criolla. Pero antes y ahora, este negocio terminó alimentado la insaciable voracidad de una cúpula tremendamente corrupta,supeditando el objetivo político al capitalista interés mercantil. ¿Le suena familiar a mis amables lectores? Lógicamente pues la “revolución bolivariana” está bajo la tutoría del poder cubano.
En estas oscuras operaciones siempre se involucra a familia o gente del entorno más íntimo, quienes muchas veces son después sacrificados para salvar a la revolución. Tal fue el caso del propio “Pepe”Abrahantes, sospechosamente muerto en prisión. O el fusilamiento del General Arnaldo Ochoa –héroe de la revolución cubana – y tres oficiales más acusados de narcotráfico, incluido Tony De la Guardia, hombre con mucho poder que manejaba asuntos personales de Fidely hasta permanecía en su habitación cuando éste se bañaba y se vestía. Abrahantes no sólo era Ministro del Interior, sino jefe de la guardia personal de Castro, desayunaban juntos y llevaba consigo las medicinas de Fidel. Como si fueran sus hijos o sus sobrinos más queridos, De La Guardia y “Pepe”Abrahantes tenían una relación muyíntima con Fidel pero ella no impidió que luego fueran sacrificados en nombre de la revolución o quizás anticipándose a la traición. En algunas esferas de poder en Venezuela se preguntan hoy ¿quién sacrifica a quien? Les angustia que cualquiera puede convertirse de pronto en “patriota cooperante” de la DEA… ¡Así ha sido siempre!
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