Comenzó la campaña electoral y el oficialismo ha decidido hacerla aferrado a lo único que le queda, la imagen del fallecido presidente Chávez y tratar de imponer el miedo a una Venezuela convulsa.
El gobierno de Maduro ha fracasado en todas las áreas del quehacer público, pero especialmente ha afectado drásticamente las condiciones económicas y la calidad de vida de todos los venezolanos.
No hay respuesta efectiva a ninguno de los graves problemas que nos agobian y ante cualquier cuestionamiento el libreto es siempre el mismo, “se trata de una campaña orquestada por la derecha y financiada por el imperio”.
Paralizó los programas sociales y no puede exhibir ninguna obra de envergadura, tanto así que en días pasados hicieron una gran alharaca en cadena nacional por la culminación de 8 kilómetros de autopista.
En Venezuela se necesitan al menos tres salarios mínimos para cubrir la canasta básica, y trabajar algo más de 100 años, destinando la totalidad de un salario mínimo para poder comprar un pequeño apartamento en una zona popular de una ciudad como Valencia. La preocupación de la inmensa mayoría está concentrada en la escasez, los precios cada día más elevados, las fallas del servicio de transporte público, electricidad y agua, la inseguridad y el creciente desempleo.
El gobierno no tiene ya nada que ofrecer, ni siquiera puede ofrecer esperanzas, porque todos los días comprobamos que de continuar por este rumbo el futuro será peor. Por eso recurre a lo único que tiene, al pasado, al “no le falles a Chávez”, sin embargo, esa orden no ha logrado calar en el corazón, aliviar las adoloridas piernas cansadas de hacer cola y mucho menos enmudecer las carencias en los estómagos, de quienes hasta abril de 2014 habían creído en él.
Durante una caminata al sur de Valencia, nos paramos a llevar el mensaje del cambio y la unidad a un grupo de personas que esperaban desde hacía largo rato a que pasara alguna unidad de transporte público para trasladarse, así fuera guindado de un tubo o apretujado entre la gente. La mayoría de los presentes apoyaba nuestra propuesta pero un señor manifestó que el no votaría por la unidad porque con eso perderíamos “la patria que nos dejó el comandante eterno” a lo que una señora de las que se encontraba allí ripostó rápidamente “la patria importa, pero ya está bueno que hablemos de eso todo el tiempo y no se atienda nuestras necesidades, yo he sido pobre desde que nací, y voté por Chávez porque me prometió que me sacaría de pobre, toda la vida he pasado trabajo y roncha, pero nunca había pasado hambre y ahora sí. Es mentira que antes los pobres comíamos perrarina porque había comida, ahora ni pa´ que los perros coman se consigue”
La calle nos está diciendo que esos espacios que dominaba el chavismo con su populismo, a los que mantenía convenientemente en la pobreza dándole migajas y caramelos disfrazados de planes sociales, hoy se sienten cansados, defraudados, extorsionados y engañados por Maduro y que el 6 de Diciembre, superaran los temores que intenta infundir el partido de gobierno y saldrán a votar por algo distinto; que será esa avalancha de votos la que pondrá freno y control al desgobierno de Maduro.
El desastre en el que Maduro ha sumido al país, obligó al oficialismo a convertir el recuerdo de Chávez en el candidato del PSUV. El resultado del 6 de Diciembre lo convertirá en el gran perdedor.
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