Política y dependencia del petróleo:
La dependencia de Venezuela con respecto al petróleo es tal que su acontecer político está estrechamente vinculado a lo que ocurre en los mercados petroleros.
Un simple ejemplo. En 1998, los precios del petróleo cayeron abruptamente, alcanzando en su punto más bajo unos 7 dólares por barril. Aquella fue la razón del triunfo del comandante Chávez, quien en enero de 1998 tenía apenas tenía 5% en las encuestas. En la medida en que bajaban los precios, la popularidad de Chávez aumentaba, al extremo de que en diciembre de ese mismo año gana las elecciones con cerca de un 55% de los votos.
La actual caída de los precios es mayor que la que ocurrió en aquella ocasión. Entre 1997 y 1998 los precios cayeron en un 45%. En esta ocasión, después de haber alcanzado años atrás un máximo histórico de $ 116 por barril, la cesta venezolana ha caído hasta unos $ 34, o sea más de un 70%. No me cabe la menor duda de que el impacto será devastador para el gobierno.
El caso de la URSS
Eso, por cierto, no se aplica exclusivamente al caso de Venezuela. La segunda nación más poderosa del mundo –la URSS- se vino abajo cuando en 1982 se vinieron a pique los precios petroleros. Aquello desencadenó una sucesión de eventos que condujeron en los años siguientes al desmoronamiento de la Cortina de Hierro, la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y la muerte de comunismo.
La caída de las materias primas
Hacia el año 2000 se inicia lo que se conoce como un superciclo de commodities. El precio de las materias primas, entre ellas el petróleo –pero también el trigo, la soya, los minerales, etc- se dispararon a niveles nunca antes conocidos. Aquello dotó a Chávez de recursos inimaginables para ningún gobierno anterior, transformándolo en una suerte de mito que lucía invencible. Pero ahora las materias primas se desmoronaron, el comandante ya murió y se están muriendo las esperanzas del oficialismo.
Una marea continental
Tampoco esto se aplica exclusivamente a Venezuela. Se trató de una suerte de marea continental que llevó al estrellato no sólo a Chávez, sino también a los líderes del Foro de Sao Paulo como Lula en Brasil, Kirshner en Argentina y otros. Pero esa situación de acabó. Las materias primas se desmoronan y, uno a uno, estos líderes están siendo víctimas de una suerte de efecto dominó que se los está llevando por delante.
Los tiempo de gloria de Dilma se acabaron. Con apenas un 9% de popularidad, se enfrenta a un impeachment. Los Kirshner ya desaparecieron del mapa y su candidato Scioli cayó el domingo ante Macri. El tsunami continental sigue avanzando y la próxima estación es el 6D.
El caso latinomericano
Más que la derrota del oficialismo, resulta importante analizar ahora la forma que adoptará su derrota.
En oportunidades anteriores el subcontinente entero fue arrastrado -usualmente ocurre en varios países a la vez- por una plaga de dictaduras. Venezuela era en ese momento uno de los pocos ejemplos de democracia. Pues bien, cuando el agua les llegó al cuello a aquellos gobiernos hundidos en profundas crisis económicas y situaciones de hiperinflación, comprendieron que su momento había pasado. Uno a uno todos se fueron. Con algunas variantes todos optaron solicitar leyes de amnistía a cambio de convocar elecciones democráticas. Todos entregaron sin disparar un tiro. Así, concluyeron la dictaduras militares de Brasil, Argentina, Uruguay y otros. Por cierto, con excepción de Brasil, todos aquellos dictadores y terminaron presos, porque las leyes de amnistía no son aplicables a violaciones de DDHH.
El fraude electoral
Muchos piensan que sin importar el resultado de las elecciones, el gobierno no está dispuesto a reconocer su derrota y que tiene preparado un fraude electoral.
En la misma medida en que la gente vote, la posibilidad de un fraude disminuye. El fraude sólo se puede materializar en los renglones vacíos que dejen los abstencionistas.
Una trampa electoral podría desencadenar situaciones similares a las que ocurrieron cuando el general Marcos Pérez cometió un fraude en el plebiscito del 15 de diciembre de 1957. Los militares, que hasta ese momento estaban absolutamente plegados a un gobernante -que por cierto había sido capaz de promover una etapa de bienestar económico sin precedente- no estuvieron dispuestos a tolerar aquella estafa. Simplemente desconocieron las órdenes de sus superiores y provocaron un cambio de gobierno que tuvo lugar a raíz de los sucesos del 23 de enero de 1958.
La lupa del mundo sobre Venezuela
Independientemente de lo que opinen Samper, Fernández y Exeni (el enviado de Evo), la realidad es que más de 35 ex presidentes iberoamericanos, infinidad de líderes mundiales, la ONU, la Unión Europea, Premios Nobel de la Paz y las máximas autoridades electorales de Brasil, Uruguay y otras naciones han manifestado su posición y sin duda estarán pendientes de los resultados del 6D. Cualquier eventual engaño provocaría una reacción internacional. Las contradicciones interna en la misión de “acompañantes” de UNASUR también se pondrían de manifiesto. Difícilmente una acción de ese tipo podrá pasar por debajo de la mesa.
Las encuestas
Todas las encuestas que conoce la opinión pública le dan a la oposición una ventaja de al menos 30 punto y a veces mucho más. Esas encuestas son el resultado de una sociedad que ya llegó al límite frente a una crisis provocada por el Socialismo del Siglo XXI y el dogmatismo de sus líderes. Ya el pueblo está harto de la escasez, las colas, la inflación y la inseguridad. El desgaste del gobierno es evidente.
Sólo las manipulaciones que se han hecho en cuanto a la conformación de los circuitos electorales podrían impedir que la oposición controle las 2/3 partes de la Asamblea.
La realidad es que un cambio es inevitable. Ojalá que los líderes perdedores comprendan que por ahora la historia les ha dado la espalda y le permitan a Venezuela seguir adelante pacíficamente.
@josetorohardy