El hecho de que el Consejo Nacional Electoral haya negado la observación internacional calificada, no solo no ha amilanado el interés de nuestros amigos de Venezuela en acompañarnos en esos días, sino que, por el contrario, ha reafirmado la voluntad de acompañarnos en nuestro territorio como nuestros invitados.
El que no sean reconocidos formalmente por el CNE, no obsta a que nos acompañen por los distintos centros de votación para que observen con sus propios ojos el comportamiento de la ciudadanía, de los militantes del PSUV y el de los de la Unidad Democrática. Al fin: ¡Tienen ojos! Y ven y observan lo que acontece.
¡Nuestros amigos vienen! Vienen con entusiasmo, con determinación. Vienen con un profundo amor latinoamericano. Senadores y diputados. Personalidades y académicos. Mujeres y hombres que no son sino nuestros hermanos de este peculiar barrio al que llamamos ¡Latinoamérica!. Vienen también nuestros amigos oriundos de otros continentes y tierras lejanas. Igual los periodistas.
Los días que anteceden el 6 de diciembre, y los siguientes, Venezuela será la sede de una reunión internacional de demócratas. Porque, ese día, ese preciso 6 de diciembre, tantos demócratas de tantos países de tantos partidos políticos se darán cita en Venezuela. Concitados con los venezolanos. Con los venezolanos demócratas; es decir: con la gran, inmensa e irreversible mayoría de las gentes a las que llamamos nuestros connacionales.
Nuestros amigos vienen y vienen a ver la conducta militar, a observar cómo se comportan nuestros militares en día de tan grande importancia. Vienen a posar sus miradas sobre Tibisay Lucena et al.. También, viene a ver la demencia del poder “en pleno desarrollo”; y por supuesto, no faltaba más, vienen a escuchar las locuras que profiere el inefable Nicolás Maduro a todos los vientos. Porque vienen a escucharlo muy de cerca. En primera fila. ¡Ese espectáculo sonoro no se lo pelan! El poder mirar y escuchar a un presidente que amenaza, insulta, grita, varía y dis-varía, se enreda, se olvida, se tranca, dice y repite para volver a repetir lo mismo, lo mismo, lo mismo… ¡Solo para esto ya se justifica el viaje! Pero viene a mucho más. Vienen a solidarizarse en amistas con nosotros. Y a ob-ser-var…
Porque nuestros amigos vienen, y lo hacen también, con la curiosidad y la capacidad de asombro intensificadas por la presencia. Pues no es igual la inmediatez sensual de la presencia que la referencia y los ecos a la distancia. ¡Los demócratas tenemos una cita en Venezuela!
Mario Guillermo Massone @massone59