El exótico mercado de Belén, en Iquitos, Perú, la ciudad más grande del mundo en plena Amazonía peruana a la que solo se puede llegar en avión o en barco, es un espectáculo único en el que se encuentra gran variedad de pescados, frutas de la selva y todo tipo de plantas medicinales y licores afrodisíacos. Carmen Jiménez/ EFE
Situado junto al barrio flotante de Belén, conocido como la Venecia amazónica aunque en lugar de palacios solo hay polvorientas casas donde sobreviven los más pobres, hasta el mercado llegan a diario gigantescos pescados como el paiche, y otros como el zúngaro, la doncella o la gamitana.
Algunos de los puestos más concurridos son los que venden la hoja de bijao con la que se envuelve el plato más tradicional de la Amazonía, el juane, elaborado a base de arroz, carne de gallina, aceituna, y huevo cocido.
También son muy populares los lugares donde se encuentra la cecina (carne de cerdo seca y ahumada) que acompañada de tacacho (masa de plátano macho asado) es otro de los platos estrella de la selva peruana.
Entre medias de las carnes también sobresalen la de tortuga y sus propios huevos, así como el surí (gusano del árbol del aguaje) a la brasa, y que es considerado un manjar en territorio amazónico.
Frutas como el camu-camu, que está considerada la fruta más rica en vitamina C, cocona, papaya, taperiba, unguruhui y el aguaje, de sabor agridulce y una de las más demandadas y que se consume también en refrescos y helados.
Y en el mundo de los ajís el que reina en la Amazonía es el ají charapita, pequeño, redondo y de color amarillo que tiene un picor fuerte y es muy aromático.
Escondido en el mercado de Belén, en una pequeña calle se encuentra el “Pasaje Paquito”, donde se pueden conseguir todo tipo de plantas medicinales, amuletos, así como las hojas de ruda, planta esotérica por excelencia empleada para limpiar el hogar de energías negativas.
Hasta ese pasaje acuden a diario cientos de personas que confían en la “farmacia de la selva” y que cuando la medicina convencional no les funciona se ponen en manos de curanderos y chamanes.
En uno de los puestos, Leny Cruz, explica a Efe que entre la variedad de medicinas naturales que vende destaca la sangre de grado, una resina que se obtiene de un árbol amazónico, y que se utiliza para cicatrizar heridas y para curar gastritis y úlceras.
Cruz también ofrece perfumes que prometen hacerse irresistible para la persona amada y licores afrodisiacos.
Tal es el caso de “Solita cae” destinado a las mujeres, y “Rompe calzón”, “Levántate Lázaro” o “Machin” (elaborado con genitales de mono machin) para los hombres.
Frente al puesto de Leny Cruz, Erika Macedo vende los famosos mapacho, el tabaco de la selva que también se utiliza en las ceremonias de ayahuasca, un brebaje de plantas alucinógenas utilizado para hacer una limpieza espiritual.
Pero además, Macedo, que es tabaquera por tradición familiar, explica a Efe que también tienen cigarros naturales con sabores como banana con canela, clavo de olor y coca.
Iquitos se ha convertido en una especie de meca del turismo chamánico y son muchas las agencias de viajes que ofrecen a los turistas participar en estas ceremonias que prometen la sanación.
Y es que el turismo es una de las principales industrias de Iquitos por su ubicación a orillas del río Amazonas, una de las siete maravillas del mundo.
Uno de los puntos turísticos más importantes es el barrio de Belén, donde año tras año la crecida del río a causa de las torrenciales lluvias sumerge casi totalmente las casas, pero a pesar de la precariedad la población se resiste a abandonar sus viviendas.
La denominada capital de la Amazonía peruana, protagonista junto a Manaos (Brasil) de la fiebre del caucho (entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX), ha dejado atrás el esplendor de aquella época y sus elegantes edificios con azulejos importados de Portugal y España conservan a duras penas su belleza entre desconchones. EFE