Un mes después de los atentados que costaron la vida a 130 personas en París y Saint Denis, Francia recuerda hoy la tragedia, mientras los investigadores siguen sin localizar a algunos de los sospechosos.
El país ha recuperado la vida normal y solo el estado de emergencia decretado por el Gobierno la noche de los ataques rompe la monotonía general.
Coincidiendo con una jornada electoral, la de la segunda vuelta de los comicios regionales, apenas un centenar de personas se dio cita en una concentración organizada por “Stop Daesh” frente a la Torre Eiffel para recordar a las víctimas y llamar al combate contra el yihadista Estado Islámico (EI), el grupo que reivindicó los atentados.
La sala de fiestas Bataclan, donde murieron 90 personas, volvió a recibir numerosas muestras de solidaridad en forma de mensajes escritos, ramos de flores y velas, convertida en el simbólico memorial del mayor atentado sufrido por Francia.
Los ciudadanos parecen haber integrado en sus vidas las cortapisas que supone el estado de emergencia, en particular la prohibición de manifestarse.
Un mes después de los atentados, el 89 % de los franceses asegura que mantiene sus hábitos normales, según un sondeo del instituto BVA, cuando una semana después del 13-N solo el 55 % aseguraba que no había modificado su rutina.
Pese a todo, la percepción de que Francia vive una amenaza terrorista elevada es grande y está presente en el 94 % de los encuestados.
No obstante, ya solo un 42 % considera esa amenaza “muy elevada”, frente al 70 % que le otorgaba ese calificativo una semana después de los atentados.
La campaña electoral de las regionales y la cumbre del clima que se cerró anoche en París han contribuido también a que los franceses tengan menos presentes esas acciones terroristas.
En paralelo, los investigadores siguen juntando las piezas del puzzle que llevó a tres comandos a cometer los ataques en los aledaños del Estadio de Francia en Saint Denis, en una serie de terrazas del centro de la ciudad y en el Bataclan.
Por el momento, se ha identificado ya a los tres suicidas del Bataclan -Samy Aminour, Ismael Omar Mostefai y Foued Mohamed Aggad- y a dos de los tres participantes en el mortífero recorrido por las terrazas de París, Brahim Abdeslam y Abdelhamid Abaaoud, considerado también el cerebro de la operación.
Además, se sabe que dos de los tres suicidas del Estadio de Francia fueron controlados en Grecia cuando entraron en Europa en un convoy de refugiados procedente de Siria, aunque hay fundadas dudas sobre su identidad.
Las autoridades buscan a Salah Abdeslam, hermano de Brahim, que se sabe que participó en los atentados, pero que escapó al día siguiente conducido por dos amigos hacia su barrio natal de Molenbeek, en Bruselas, donde se le pierde la pista.
Los investigadores consideran que Salah recorrió Europa para reunir las armas y explosivos necesarios para cometer los ataques y, posiblemente, para buscar a algunos de sus cómplices.
En cuanto a Abaaoud, que fue abatido por la policía cinco días después de los atentados cuando se disponía a cometer otra masacre en el distrito financiero parisino de La Défense, también se ha sabido que estuvo en la isla griega de Leros, punto de entrada a Europa de muchos refugiados.
Así se lo dijeron los servicios secretos marroquíes a los franceses, según el diario “Le Parisien”, que señala que los investigadores consideran que el cerebro de los atentados acudió allí a buscar a algunos de sus cómplices.
Entretanto, al abrigo del estado de emergencia, que permite a la policía efectuar registros sin necesidad de supervisión judicial, se ha desarticulado multitud de células yihadistas que se consideraban dormidas y cuyo grado de peligrosidad no ha sido determinado. EFE