El éxtasis generado por el estreno mundial de “El despertar de la fuerza” desconcierta a quienes no han visto ninguna de los seis films anteriores. Aquí, una guía para neófitos, y sin spoilers.
Los que hasta hoy se mantuvieron al margen del universo de Star Wars miran perplejos. ¿Cómo puede despertar tanta emoción una película? Aún más desconcertante les resulta enterarse que no es la segunda, ni la tercera, ¡sino la séptima!
A medida que se adentran en ese mundo, crece el desasosiego. ¿Cómo se explica que la primera en estrenarse fuera el Episodio IV, que la última hasta hace poco fuera el Episodio III, y que ahora se lance el Episodio VII? ¿A quién se le ocurre semejante caos?.
Los que a pesar de todo esto deciden emprender el viaje hacia esa “galaxia muy, muy lejana”, sólo les resta una cosa: saber en qué orden ver los siete filmes.
Por razones obvias, los fanáticos de la primera hora vieron las películas en el orden cronológico en el que se estrenaron: Star Wars IV: Una nueva esperanza (1977), Star Wars V: El imperio contraataca (1980), Star Wars VI: El retorno del jedi (1983), Star Wars I: La amenaza fantasma (1999), Star Wars II: El ataque de los clones (2002), Star Wars III: La venganza de los Sith (2005) y Star Wars VII: El despertar de la fuerza (2015).
El problema es que hay dos cronologías. Una es la anterior. Pero otra es la cronología propia de la historia. En ese caso, el orden es el de los episodios, los primeros sucesos ocurren en el I y los últimos en el VII.
¿Qué serie temporal conviene seguir? Lo primero a tener en cuenta es que Star Wars no está organizada en películas aisladas, sino en trilogías. De I a III, de IV a VI y de VII a IX (la VIII y la IX se estrenarán en los próximos años). Si bien las tres están conectadas y se necesitan mutuamente, e incluso hay personajes que se repiten, cada una tiene su propio núcleo temático y sus protagonistas.
Verlas en orden ascendente tendría muchos problemas. Por un lado, uno de los núcleos narrativos de toda la saga irrumpe al final del Episodio V, cuando se enfrentan por primera vez el héroe de la segunda trilogía, Luke Skywalker, y su antagonista, Darth Vader. Si el espectador comenzara por el Episodio I, la revelación que se produce en el V no tendría ninguna gracia.
Esto no es casual. Fue algo premeditado por George Lucas, el creador de la saga, que decidió empezar a contarla por el Episodio IV, ya que a partir de ese momento aparecen en todo su esplendor esos dos personajes, que son en realidad los que marcan el pulso de las tres trilogías. Una vez que contó su historia, entre el IV y el VI, decidió relatar cómo fue que se llegó a ese punto. Por eso, de I a III vuelve al pasado. Pero esas tres películas asumen que el espectador ya sabe lo que pasará después. Es un recurso literario.
Por si el argumento de que el creador pensó ese orden adrede no fuera los suficientemente convincente, hay uno adicional. El salto tecnológico fue abismal entre 1977, año del Episodio IV, y 1999, cuando se estrenó el I. Son filmes de ciencia ficción, repletos de robots, naves espaciales y armas que no existen en nuestro mundo. Si uno mira primero las más recientes, en las que los efectos especiales son más realistas, corre el riesgo de sentir cierta incomodidad al ver luego las viejas, y que eso interfiera con la posibilidad de adentrarse en la historia, que es en realidad mucho más rica que la de los Episodios I a III.
El orden “machete”
Desde hace tiempo circula en internet una sugerencia alternativa, promovida por Rod Hilton, un analista de sistemas y creador de software que es fanático de Star Wars. Desde su punto de vista, el que no vio ninguna de las películas debería verlas en el siguiente orden, al que denominó “machete”: IV, V, II, III y VI (el I lo deja afuera porque, según esta interpretación, no vale la pena verlo).
La propuesta no es descabellada, ya que plantea volver al pasado (II y III) luego de la revelación que se produce tras el primer enfrentamiento entre Luke y Darth Vader en el Episodio V, para entender así cómo se llegó a eso, y entonces sí volver al futuro para ver el cierre de la trama, en el Episodio VI. Uno de sus principales argumentos se relaciona con un cambio que introdujo Lucas cuando digitalizó y actualizó las películas originales.
En la última escena de la VI, Luke ve en el cielo a tres personajes. En la versión de 1983, uno de ellos luce como estaba antes de morir, en la vejez, y está representado por el actor que lo interpretó en el Episodio VI. Pero en la versión remasterizada, el creador decidió mostrarlo en su juventud, y el actor que aparece es el que lo caracterizó en los episodios II y III. Para el espectador que aún no los vio, esa imagen resultaría desconcertante, ya que no tendría idea de quién es.
Esto podría interpretarse como un problema. O bien, como una invitación a ver I, II y III para entender bien los cabos que quedan sueltos. En cualquier caso, el “orden machete”, si bien repararía esa supuesta falla, acarrearía otros inconvenientes. Por un lado, la brecha tecnológica le quitaría impacto al fundamental Episodio VI, ya que el público lo vería después del III, que es el más espectacular de todos desde el punto de vista de los efectos especiales. Por otro, y esto es lo más relevante, se rompería el despliegue narrativo. Si bien entre las dos trilogías hay una continuidad, cada una tiene su propio esquema. Romper una a la mitad, para pasar a la otra, y luego volver a la primera, introduciría mucho ruido y le quitaría fuerza a la trama.
Por todas estas razones, la decisión correcta es seguir el orden propuesto por Lucas: primero la trilogía que va de IV a VI, luego la que va de I a III, y finalmente la que está comenzando ahora, de la VII a la IX. El esquema es claro: en la primera se presenta el núcleo de la historia; en la segunda cómo fue su origen, algunas décadas en el pasado; y en la tercera, el futuro, entre 20 y 30 años después.