El Estado es incapaz de asumir la deuda con la industria farmacéutica, que supera los 5.000 millones de dólares, publica El Mundo de España.
DANIEL LOZANO/Caracas
@danilozanomadri
“Necesito Cardioxane con extrema urgencia para mi sobrino de tres años que padece cáncer de pulmón. En Caracas… Es un protector cardiaco para personas en quimioterapia, en ninguna farmacia se consigue”. Las palabras de Adriana Medina asustaron en la noche del lunes a los miles de venezolanos que navegan en la redes sociales buscando medicamentos. El desabastecimiento es de tal calibre que los llamamientos, incluso súplicas, son constantes. La zozobra sólo duró unas horas. Y dio paso al dolor: “El medicamento no se consiguió. Gracias a este maldito Gobierno. Mi sobrino de tres años falleció de madrugada”.
Esta tragedia familiar ha aireado de nuevo la deriva económica y social que sufre Venezuela. “Estamos muchísimo peor, la situación es crítica. Discutiendo con otros colegas vamos a proponer una ley de emergencia humanitaria”, subrayó a EL MUNDO Feliciano Reyna, presidente de Acción Solidaria. El panorama que dibuja este activista de los Derechos Humanos dibuja el tamaño de un drama que salta de familia en familia, que no sólo se lee en la redes o se escucha en las colas de las farmacias. “En el árbol de Navidad habrá un regalo sin abrir por la falta de una medicina”, se quejó amargamente Richard Medina, el padre del niño de tres años. “Todo lo que digan no me va a devolver a mi hijo. Su tumor era muy agresivo, pero ese medicamento hubiera prolongado su vida. Existe un problema muy grave de salud y están jugando con ello, ¡traigan las medicinas!”, se quejó Medina a Radio Caracas.
Lamentos en las redes
“¡Urgente!, para un amiguito de ocho años con leucemia necesito aguja de Huber”. “Para adulto mayor que sufre convulsiones necesitamos Fenobarbital”. “Por favor, se requiere lapicero de insulina con mucha urgencia. Agradezco cualquier información”. “Ampollas para niña de cuatro años con meningitis”. “Para bebé prematura de un mes catéter para alimentación”. “Urgente solución 0,45 con dextrosa para familiar con dengue”.
Los lamentos en las redes sociales son diarios y a cientos. Una situación crítica que todavía puede ser peor. “Tenemos problemas con muchos medicamentos, hasta los que tienen que ver con el asma, antibióticos para niños, diarrea infantil… Es grave la situación que estamos viviendo aquí. Es desesperante… Y lo peor es que no vemos una luz para el primer trimestre del año porque ni siquiera hay divisas y no hay materia prima”, vaticinó Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela.
También fallan los remedios para hemofílicos, cardiópatas, portadores de VIH, enfermos mentales… Venezuela vive una aguda crisis de escasez y desabastecimiento de alimentos, productos básicos y medicinas. El Estado centraliza las importaciones otorgando dólares a precios preferenciales, pero es incapaz de asumir la deuda con la industria farmacéutica, que supera los 5.000 millones de dólares. Y la producción nacional, como en el resto de los sectores, no recibe las materias primas que se necesitan. Las farmacias sólo cuentan hoy con un inventario de medicinas para 20 días.
La respuesta del chavismo
“Hay una campaña para generar angustia”, se defendió Henry Ventura, ministro de Salud, quien salió a la palestra pública tras la muerte del hijo de Richard Medina. Ventura aplicó la tradicional receta revolucionaria: eludió responsabilidades, prometió investigaciones, amenazó a los medios de comunicación, acusó a las multinacionales y ejercitó su lenguaje con el manual de eufemismos (“Tenemos un inventario estratégico y lo vamos a utilizar”).
Luz María Heredia no pierde el tiempo escuchando al ministro. No lo tiene. Está buscando desesperadamente furosemida (diurético) desde hace 15 días para su sobrinita Giancarla, quien “contrajo una bacteria en el quirófano, lo que impide que la extirpen el tumor que tiene en la rodilla. En Caracas no lo encontramos. Aquí no se consigue nada”, relata a EL MUNDO.
“La situación es gravísima”, insiste Reyna, que también acusa a la Asociación Panamericana de la Salud por no buscar salidas al callejón venezolano. “Gracias a Dios conseguimos un catéter para la señora Carmen Zambrano”, se ufanaba ayer la escritora María José Ferreiro. Y es que en la Venezuela del surrealismo mágico revolucionario, las medicinas no parecen obra de la ciencia, sino milagros divinos.