Con una nueva correlación de fuerzas, nunca vista en 17 años, la Asamblea Nacional venezolana se instala este martes bajo el control de la oposición que asegura que tendrá entre sus prioridades el control y la supervisión del gobierno, lo que presagia tiempos de choques entre los poderes en el país suramericano que está sumido en una profunda crisis económica.
Fabiola Sánchez /@fisanchezn/Associates Press
Poco antes de iniciar la sesión donde tomaran juramento los nuevos congresistas, diputados opositores comenzaron a gritar “si se pudo” mientras que del lado oficialista les gritaban “asesinos”.
Los alrededores del Congreso, ubicado en el centro de la capital, amanecieron el martes custodiados por centenares de policías y guardias nacionales, algunos de ellos con equipos antimotines, que colocaron barreras de metal en medio de las vías para limitar el paso de vehículos y personas. Algunas estaciones del metro también fueron cerradas por medidas de seguridad, dijeron las autoridades.
A mediados de la mañana, los diputados electos de la oposición y el oficialismo comenzaron a ingresar sin problema a la sede de la Asamblea Nacional y pasaron al hemiciclo donde, por primera vez en varios años, se permitió la entrada de periodistas.
Entre las novedades que exhibió el salón de sesiones se destacó la ausencia de los cuadros del Libertador Simón Bolívar y del fallecido presidente Hugo Chávez, que estaban en el podio de los oradores, que fueron retirados por la antigua administración, indicó a la AP el diputado opositor Edgar Zambrano.
Entre banderas venezolanas y de diferentes organizaciones políticas, varios miles de seguidores de la oposición y del gobierno se concentraron de forma pacífica en algunas vías y plazas del centro de Caracas, cercanas al Congreso, para unirse a las marchas convocadas por los dos bandos.
“Esta es una bendición que Dios nos dio”, dijo Jesús Abreu, un cocinero de 71 años al celebrar que la oposición asumiera el control del Congreso. “Hemos pasado 17 años de angustia esperando un cambio en este país. Tengo una gran alegría que por fin ese día llegó”, indicó Abreu mientras esperaba en medio de una acera el inicio de la marcha opositora.
Unos 20 integrantes de organizaciones pro-oficialistas, conocidas como “colectivos”, se reunieron en el histórico parque de El Calvario, al oeste de la ciudad, para seguir la instalación del congreso.
Los manifestantes pro oficialistas, vestidos con camisetas y pantalones negros y algunos con los rostros cubiertos con pañuelos rojos, se sentaron en unas escalinatas del parque, que están a un lado de una avenida cercana al palacio del gobierno, para demostrar que están dispuestos a “defender la revolución” de forma pacífica desde las calles.
“Decidimos dar la cara y enviar un mensaje tanto de paz pero con reciedumbre de que estamos en la calle para plantear cualquier tipo de lucha que sea necesaria. Sabemos que la derecha viene por todos. La derecha no se va a conformar con el pequeñito poder que tiene”, afirmó Simón Bernal, miembro de uno de los colectivos.
La instalación del nuevo Congreso se da en medio de tensiones e incertidumbre ante el riesgo de posibles manifestaciones callejeras y la reciente decisión que tomó el Tribunal Supremo de Justicia de suspender la juramentación de tres diputados opositores y de un oficialista del estado sureño de Amazonas, sentencia que la coalición opositora se niega acatar alegando supuestos vicios legales en un abierto reto al máximo tribunal que controla el oficialismo.
De concretarse la suspensión de las juramentaciones de los cuatro diputados, la composición del Congreso podría sufrir cambios aunque la oposición mantendría su mayoría calificada.
La oposición y los sectores aliados al gobierno convocaron este martes a marchas separadas en el centro de la capital, mientras los “colectivos” hicieron un llamado a tomarse los alrededores del parlamento en defensa de la “revolución”, situación que ha elevado tensiones en torno a la instalación de la Asamblea Nacional.
El presidente venezolano Nicolás Maduro hizo la noche del lunes un llamado a que el nuevo Congreso se instale en paz y se respeten los poderes públicos, y anunció que las autoridades tomarán las acciones para garantizar el orden en las calles durante las dos marchas.
Maduro aprovechó un acto en el palacio de gobierno para atacar a la mayoría opositora a la que acusó de buscar la desestabilización el país, y le pidió no bloquear un posible decreto de emergencia nacional que anunciaría próximamente para hacer frente a la crisis económica dominada por una galopante inflación, y que los analistas estiman que ya alcanzó los tres dígitos, una severa escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, y una contracción del aparato productivo.
Desde el mes pasado, el oficialismo emprendió una serie de acciones para contrarrestar a la mayoría opositora con la instalación de un parlamento comunal nacional, la designación por parte del congreso saliente de 13 magistrados del máximo tribunal y la suspensión de los cuatro diputados electos.
Más recientemente Maduro aprobó, gracias a una ley habilitante, un paquete de leyes que incluye una reforma legal al Banco Central de Venezuela, que le quitó al Congreso la potestad para nombrar directores del organismo y dejó esa atribución en manos del gobernante, y que limitó la difusión de la información estadística. Desde hace más de un año, el Banco no ha informado sobre el comportamiento de la inflación o la economía del país.
La coalición opositora logró en las elecciones del seis de diciembre 112 de los 167 escaños lo que le garantiza una mayoría calificada que le permitirá convocar a una Asamblea Constituyente y aprobar una reforma constitucional, designar o remover a los magistrados del Tribunal Supremo, y nombrar a los rectores del Consejo Nacional Electoral, la Fiscalía General, el Contralor General y el Defensor del Pueblo.
El oficialismo, que por tres lustros había dominado el Congreso con amplia mayoría, contará con 55 diputados.