Pero la realidad es una. Chávez no vive. Lo afirmado tiene relación con la alharaca formada por el retiro plenamente justificado de su iconografía colocada de manera arbitraria en el Palacio Legislativo. Quienes han degradado la potestad y la honorabilidad del parlamento fueron ustedes los mismos que hoy se rasgan las vestiduras, cual fariseos que no soportan el abandono y desprecio del pueblo que una vez los respaldó y aupó.
Nos mintieron descaradamente con la enfermedad y muerte de Chávez. Nos mintieron con el lugar y la fecha de su muerte. Inventaron que lo trajeron vivo al Hospital Militar, montaron unas exequias para explotar los sentimientos de sus admiradores y seguidores.
Carecen de argumentos para gritar “Traición a la Patria” quienes, comenzando por Hugo Chávez, entregaron nuestra soberanía, en aras de una bufa solidaridad socialista, a la tiranía de los Castro, verdaderos traidores son quienes han permitido que la bandera cubana se izara en nuestros cuarteles, quienes convirtieron los poderes públicos en apéndices de un presidencialismo exacerbado y autoritario o quienes impusieron el saludo Patria Socialismo o Muerte a nuestros militares.
La oposición ha sido durante buena parte de estos años de gobierno bolivariano quizás demasiado indulgente frente a los crímenes, la intolerancia y abusos practicados desde el poder. Pero llegó la hora, señores gobernantes, de que ustedes comiencen a rendir cuentas de sus desafueros y excesos.
¿A dónde han ido aparar el billón de dólares recibidos como ingresos petroleros durante estas décadas? No exageramos, oigan bien un billón, tres veces más de la renta percibida por la república en 85 años desde 1914 a 1999. ¿Dónde están las obras ejecutadas en beneficio del pueblo? Un millón de viviendas, no nos hagan enrojecer con esa Gran Mentira. ¿Dónde están las escuelas, liceos, tecnológicos y universidades prometidas? ¿Dónde los nuevos ambulatorios y hospitales? Ahí están los centros de salud construidos por gobiernos anteriores sin equipos, quirófanos y unidades de emergencia; sin material médico para atender a los enfermos. Ahí están las estadísticas sobre el crecimiento de las enfermedades endémicas que por mucho tiempo habían desaparecido del país.
Se la pasaron estos años prometiendo hacer de Venezuela un país del primer mundo. Hoy somos un país del tercer mundo y en decadencia, plagado de corrupción y en manos del narcotráfico, un país en crisis económica como resultado del estatismo que pretendieron instaurar, con una criminalidad galopante: muertos, secuestros y asaltos: veintisiete mil muertos el año pasado más fallecidos que otros países en guerra. Una inflación del 270% anual cuando en la mayoría de países de la región el aumento de precios oscila entre 6-10%. Unos abastos, mercados municipales y supermercados sin los bienes esenciales; farmacias sin medicamentos, talleres sin repuestos, tiendas sin electrodomésticos, vestidos y calzados a precios razonables. Una juventud frustrada que emigra buscando oportunidades y seguridad en otras tierras.
Miren, reconozcan el fracaso de su modelo. De no hacerlo y seguir empecinados con el estribillo de la guerra económica, de la especulación y acaparamiento por parte del sector productivo para intentar explicar la inflación, negando que la crisis exista, estarán cavando la tumba del socialismo de nuestro escenario político y podremos afirmar en un futuro cercano el Socialismo del Siglo XXI no vive.
Juan Antonio Muller
Juaamilq249@cantv.net