Ya sea la adicción al póker o a los chistes malos, los neurocientíficos buscarán las razones que explican nuestro comportamiento en resonancias magnéticas de nuestro cerebro, igual que un antropólogo responsabilizaría a la tribu y un psicoanalista a nuestros padres. Cada uno pone su granito de arena para entender por qué tomamos ciertas decisiones, así lo reseña EL MUNDO.
El neurocientífico japonés Hikaru Takeuchi ha explorado el sexismo desde el punto de vista neurológico. Su estudio, publicado en Scientific Report, llega a la conclusión de que hay algo diferente en la estructura del cerebro de las personas que discriminan por género. Aquellos hombres y mujeres, de los 681 que participaron en el estudio, que manifestaron tener actitudes abiertamente discriminatorias tenían dos áreas cerebrales diferenciadas de aquéllas partidarias de la igualdad.
Los sexistas compartían más densidad neuronal en la corteza cingulada posterior y menor en la amígdala cerebral. «Es un hallazgo interesante porque la primera de las áreas está muy relacionada con las relaciones interpersonales y con la ira», explica Pedro Bermejo, neurólogo jefe de Servicio de la Fundación San José. «También es muy interesante que se detecte en los machistas una menor densidad neuronal en la amígdala derecha, porque ésta es el área relacionada con las emociones, sobre todo el miedo».
Por el contrario, aquéllos con el comportamiento más igualitario compartían una morfología en la amígdala asociada a una menor predisposición al miedo o a ver al diferente como rival. Los resultados del estudio de Takeuchi describen a las personas (hombres y mujeres) de creencias sexistas como psicológicamente más asustadizos y competitivos.
Pero Bermejo prefiere tomarse el estudio con cautela: «No permite saber si las diferencias cerebrales que vemos son algo genético que ya viene así y propicia ese comportamiento o si ha sido nuestra cultura y formación la que lo ha modelado así a lo largo de la vida». Es decir, hasta qué punto el machista nace o se hace.
Aunque su aplicación todavía es limitada, estos estudios ayudan a entender mejor el comportamiento humano. «Conocer el origen de determinadas conductas, ya sea el sexismo o las adicciones, ayuda a entender cómo modificarlos», dice Bermejo.
«Si se viese que la densidad neuronal de estas estructuras se pueden modificarse con la cultura y a qué edad se conforman se podrían crear programas culturales encaminados a prevenir el sexismo con mayor eficacia».