Antiguo líder conservador y reputado analista político en televisión, Marcelo Rebelo de Sousa será el nuevo jefe de Estado de Portugaltras su victoria hoy en las elecciones presidenciales y en primera vuelta.
EFE
El “profesor”, como es conocido popularmente el candidato, cumplió con todos los pronósticos y se alzó con la victoria sin necesitar de una segunda ronda, al obtener más del 50 % de los votos, tal y como apuntaban los sondeos previos.
“Tenemos que corregir las injusticias que la crisis agravó (…) Es hora de rehacer Portugal“, subrayó Rebelo de Sousa en su primer discurso como vencedor de los comicios.
En la Facultad de Derecho de la Universidad de Lisboa, donde fue tanto alumno como docente, el aspirante conservador incidió en que pretende ejercer de “presidente de todos los portugueses” y se mostró convencido de que los próximos cinco años -tiempo que dura su mandato- “serán de recuperación y futuro”.
Con una abstención nuevamente muy elevada, superior al 50 % -aún así algo inferior a la registrada en 2011, cuando batió un récord histórico-, las elecciones presidenciales coronaron a Rebelo de Sousa como la máxima autoridad del país con el 52 % de los votos.
En segunda posición se situó el académico António Sampaio da Nóvoa, considerado próximo al Partido Socialista y que obtuvo cerca del 22,7 % de los sufragios, en línea con lo apuntado por las encuestas.
Entre los diez candidatos, la gran sorpresa de la jornada fue la eurodiputada del Bloque de Izquierda -formación hermanada con Podemos y Syriza en la UE- Marisa Matías, que terminó tercera con el 10 % de las papeletas, sensiblemente mejor de lo esperado.
La cruz de la noche de escrutinio fue para Maria de Belém, antigua dirigente socialista y que apenas reunió el 4 % de los apoyos, muy por debajo de lo que pronosticaban los sondeos y levemente superior al porcentaje conseguido por el aspirante apoyado por el Partido Comunista, Edgar Silva.
A sus 67 años, Rebelo de Sousa asumirá el cargo el próximo mes de marzo en sustitución del también conservador Aníbal Cavaco Silva, quien ocupó la Jefatura del Estado durante la última década.
El nuevo presidente luso se encontrará con un país recién salido de la mayor crisis de su historia reciente, que cerró en 2014 su rescate financiero, que vive una tenue recuperación económica y que comienza ahora a dejar atrás las severas políticas de austeridad.
El aspirante conservador deberá “convivir” con un Gobierno socialista que accedió al poder hace sólo dos meses gracias a un acuerdo inédito firmado con el resto de fuerzas de izquierda para garantizarse su apoyo en el Parlamento.
Durante la campaña, insistió una y otra vez en que no tiene intención de entrar en confrontación con el Ejecutivo encabezado por el actual primer ministro, António Costa, y prometió ejercer de “árbitro” sin inmiscuirse en asuntos que no son de su competencia.
Precisamente Costa hizo una corta declaración tras conocer los resultados para felicitar al ganador de los comicios, además de reiterar su compromiso de “máxima lealtad y plena cooperación institucional” con el nuevo inquilino del Palacio de Belém.
Rebelo de Sousa pretendió reforzar su perfil como independiente de cara a los electores e incluso se distanció de forma evidente de los dos partidos conservadores lusos, actualmente en la oposición y que pidieron el voto para él de forma pública, pese a que fue líder de uno de ellos a finales de los 90.
Conocido en la calle como el “profesor Marcelo” por ser catedrático de Derecho en la Universidad, cuenta con una enorme popularidad en Portugal gracias a sus intervenciones televisivas como comentarista político.
De hecho, hasta hace apenas tres meses era protagonista de un espacio de análisis de la actualidad en una de las principales cadenas lusas, que contaba además con audiencias millonarias.
En Portugal, la figura del jefe de Estado trasciende las labores meramente institucionales, ya que tiene capacidad para vetar leyes, convocar elecciones e incluso disolver el Parlamento.
Además de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, la Constitución lusa también otorga al presidente la responsabilidad de elegir qué partido forma Gobierno tras la celebración de legislativas, entre otros poderes