La nación les pide que lo hagan. De lo contrario que renuncien. Que se vayan para poder acelerar una transición indispensable con el consenso de todos los sectores de la vida nacional. Se han colocado en una posición en la que ni hacen ni dejan hacer. Absolutamente inaceptable. Mientras tanto seguimos a la deriva. Con la obsesiva declaradera en contra de las indiscutibles facultades constitucionales y legales de la Asamblea Nacional, quedan al descubierto las verdaderas intenciones del régimen. Mantener el poder y el poco dinero que va quedando, a cómo de lugar. Ahora sí pareciera estar andando aquel “como sea” de Maduro en la campaña electoral.
La actitud opositora es otra. Una lucha por la vuelta a la legalidad constitucional, a la búsqueda de acuerdos en los temas fundamentales y a la unidad del país en torno a los principios fundamentales que guían la vida en libertad y democracia. El régimen se ha apartado de ellos, mientras que el resto de los venezolanos nos aferramos a los mismos para enfrentar y derrotarlo definitivamente. No se puede perder más tiempo.
Con la sola excepción del alto mando del oficialismo, Venezuela entera aspira concretar el cambio necesario. Queremos hacerlo civilizadamente, en paz y con la serena confianza de que todo irá para bien. Esto no supone una actitud pendejil. Al contrario, a las cabezas del régimen se le ofrecen todas las oportunidades para que reaccionen a tiempo, pero todo tiene un límite. A veces pienso que ese límite fue traspasado hace tiempo. Hay que actuar sin más demora.
En estos propósitos hay coincidencia entre los grupos políticos opositores.