Esta semana se han producido dos hechos que ratifican, una vez más, que el gobierno de Venezuela no es democrático: La injusta decisión de la Fiscalía contra el alcalde Antonio Ledezma y los dos años de prisión de Leopoldo López. Ambos casos, junto con el secuestro de Manuel Rosales en el Sebin, desnudan al régimen y confirman que la cúpula que desgobierna no tiene ninguna intención de rectificar, a pesar del desastre en el que han convertido a Venezuela desde el punto de vista económico, social y político. Irrespetando la decisión de la mayoría de los venezolanos que pacífica y democráticamente le exigieron un cambio urgente el 6 de diciembre pasado, ignorando la terrible situación alimentaria, de salud e inseguridad que está acabando con la población, insisten en continuar por el camino que nos lleva al precipicio.
Cuando publicamos el libro ” Leopoldo López, preso de Maduro” junto a un grupo de reconocidos juristas, periodistas y politólogos en noviembre de 2014, dijimos que Leopoldo, los estudiantes y los ciudadanos que tomaron las calles para protestar pacíficamente tenían razones de sobra para hacerlo, que una casta corrupta estaba tratando de adueñarse del país. Año y medio después, esas razones están más vigentes y son más urgentes que nunca: no hay alimentos ni medicinas, el agua y la luz están racionadas y la delincuencia ha tomado el control de pueblos y ciudades ante la incapacidad, y en muchos casos con la complicidad, de autoridades corrompidas.
Mientras a los pranes y sus compinches les permiten ingresar drogas y armas de guerra a los penales, a los familiares de Leopoldo López y otros presos políticos los tratan de humillar con requisas que violan las leyes y la dignidad humana. Es solo un ejemplo de las injusticias sin límites que viven hoy los venezolanos, la mayoría de las cuales no se dan a conocer por miedo o por censura.
Precisamente por denunciar a este Estado delincuente, por ser la voz de los que no tienen voz, es que Leopoldo López está preso. Porque se atrevió a protestar, a exigir libertad y justicia para todos los venezolanos que hoy sufren. Su sacrificio y el de su familia nos convoca a todos a luchar, a protestar democráticamente con fuerza e hidalguía, con dignidad venezolana. Los derechos son para todas las personas, como siempre dice Leopoldo, no solo para la casta cívico-militar que abusa del poder como si el país fuera su propiedad privada.
Venezuela exige la Ley de Amnistía para todos los presos políticos como primer paso para la reconciliación y el cambio que permita salvar al país de la destrucción total. Maduro debe reconocer que no pudo, que no estaba preparado, que el país le quedó grande y debe renunciar. Eso haría un demócrata pero como ha quedado evidenciado, no estamos frente a un demócrata. La Constitución ofrece las salidas pacíficas y democráticas para salir de esta terrible crisis. Debemos activarlas antes de que sea demasiado tarde.
Con la Unidad: Enmienda y Revocatorio ya!