Los artistas que pasan por el Festival de Viña del Mar, el más importante de Latinoamérica, son destacados tanto por lo que realizan sobre el escenario como por los excéntricos requerimientos que hacen durante su estadía, como pedir 144 toallas o disponer de botellas de champán Dom Pérignon. EFE
Las peticiones más descabelladas de esta edición fueron las del icono de la música de los años 80, Lionel Richie, y el venezolano Ricardo Montaner, pues mientras el primero solicitó 144 toallas de baño y que su camarín fuera forrado de negro, el segundo exigió veinte toallas bordadas con su nombre y dos kilos de jengibre, según consignaron hoy medios locales.
Otro caso paradigmático es el del cantante español Alejandro Sanz, quien, según el diario La Tercera, se estableció en un hotel de la ciudad costera acompañado por 53 personas de su equipo, lo que lo convierte en uno de los artistas con más personal de la historia del festival.
Asimismo, el madrileño pidió disponer en su camarín de una alfombra gris, arreglos florales, una máquina de café Nespresso y velas e incienso, además de tablas de jamón y chorizos ibéricos.
El reguetonero Wisin tampoco dejó escapar la oportunidad de hacer peticiones exóticas y solicitó botellas del champán Dom Pérignon, valoradas en más de 220 dólares cada una.
La exvocalista de Mecano Ana Torroja, sin embargo, requirió una gran bandeja de frutos rojos y agua de coco orgánica para cuidar su voz.
A pesar de la gran diversidad de exigencias de los artistas de esta edición del certamen musical, la productora ejecutiva del festival, Catalina Yudin, aseguró en una entrevista con Emol que este año ha sido “tranquilo” comparado con los requerimientos que hizo el cantante británico Morrissey durante su paso por el evento en 2012.
“Morrissey siempre va a ser mi trauma. Yo creo que después de eso quedamos curados de espanto. Nunca pensé que podía existir gente tan complicada y en todo sentido. Ponía problemas por la comida, por los olores, por los guardias, por todo”, explicó Yudin.
El inglés, que es vegetariano desde los 11 años, exigió que ninguno de los animadores del festival llevara chaquetas de piel y que se retirara toda la comida con carne que hubiera en los camerinos.
Entre otras muchos requerimientos excéntricos, en la mitad de su recital, Morrissey pidió la salida del periodista chileno Cristián Sánchez del público, pues a su parecer el conductor se estaba burlando de él y le daba malas vibraciones.
El cantante británico Rick Astley cerró la lista de peticiones extrañas, pues antes de llegar al país austral encargó que le tuvieran preparada una bolsa de palomitas de maíz saladas y varias botellas del licor de hierbas alemán Jägermeister.