Dijiste el pasado Viernes que la “Fuerza Armada Nacional no pasará por encima de PDVSA”, refiriéndote a la decisión de Maduro de crear una empresa de servicios petroleros bajo la dirección exclusiva de las Fuerzas Armadas, la llamada CAMIMPEG. Agregaste, muy meloso y con sintaxis cantinflera: “Se ha querido ver, o dejar ver, de manera muy irresponsable, porque son cosas que van causando daños, siempre causan daño, cómo se puede pretender que la Fuerza Armada va a tomar los activos y va a desplazar una empresa tan hermosa, tan genuina, tan brillante, con un músculo profesional como lo es Pdvsa. Cómo se pretende hacerle ver al mundo, al pueblo de Venezuela, que una institución, tan digna también como la Fuerza Armada, pero que tienen tareas específicas en la Constitución, en la cooperación del orden interno, cómo se pretenden que vamos a pasar por encima de algo tan valioso como lo es la empresa petrolera de Venezuela, eso jamás podrá ser”.
Tu melosidad es hipócrita y el párrafo abunda en falsedades. Eso de una PDVSA hermosa, genuina y brillante es mentira. PDVSA es hoy un maloliente nido de corrupción e ineptitud, lo cual la ha llevado al colapso operacional y financiero. Lo que llamas su “músculo profesional” es hoy un flácido bagazo carcomido por contrabandistas, guisadores de todo tipo y asociado con contratistas con prontuario, algunos de ellos ya en prisión en los Estados Unidos. Hablas de una Fuerza Armada “digna y con tareas específicas” pero esta misma y absurda desviación petrolera que defiendes demuestra que se aleja rápidamente de sus tareas específicas. No podrás negar que esta institución bajo tu mando se ha convertido en un aliado político del régimen dictatorial, violador de la Constitución y de las leyes, ni podrás negar que entre sus integrantes, a los niveles altos y medios, generales y coroneles, se practica el narcotráfico, hasta el punto de que la prensa internacional habla abiertamente de carteles allí enquistados y varios generales han sido identificados por la justicia estadounidense como involucrados en esa actividad, mientras ustedes guardan silencio cómplice.
Sostienes que PDVSA y las FAN se deben “respetar” mutuamente. Pero nadie que sea profesional petrolero íntegro y digno puede respetar el intento que ustedes hacen de entrar a desempeñar tareas que ni les corresponden ni están preparados para hacer. Así como un geólogo no puede entrar a discurrir en Fuerte Tiuna sobre escenarios bélicos, si es que lo dejaran hablar los cubanos, así un militar no puede estar hablando de cómo llevar a cabo un estudio sismológico o como ejecutar una parada de planta en la refinería de Puerto La Cruz. Es un acto de corrupción tratar de hacer algo para lo cual no se está capacitado. Y te advierto que sería peor corrupción aún aceptar la encomienda solo para subcontratar el trabajo a quienes si saben hacerlo y cobrar una comisión por ello.
Mencionaste que la compañía militar petrolera, autorizada por el Ejecutivo nacional, “busca mayor eficiencia y eficacia” ante las exigencias que el pueblo está reclamando. Este argumento no convence ni a un niño de primaria. La razón es que no puede haber mayor eficiencia y eficacia al poner a hacer una tarea a quien no sabe hacerla. Al contrario, ello lleva a la ineficiencia y a la ineficacia.
Te quejas de quienes criticamos esta absurda decisión y dices: “En vez de estar buscando soluciones al país pareciera que andamos por ahí de manera panfletaria, ocupándonos de cosas minúsculas”. ¿Crees tú que es cosa minúscula poner a los militares a hacer tareas petroleras que no conocen? Al contrario, esta es una medida de gigantescos riesgos y potenciales desastres para el país.
Tu mencionas que desde 1999 se “coincidió que la Fanb tenía que participar con todo su potencial en el desarrollo nacional… y participar en la gran política nacional”. Lamentablemente, te digo que esa participación no ha sido para afianzar la libertad y la democracia en el país sino para apuntalar una dictadura. Ese involucramiento anti-constitucional y abyecto de los militares no solo no ha contribuido al desarrollo nacional sino que los ha hecho cómplices de un gigantesco crimen político, por el cual los responsables deberán pagar.
Finalizas diciendo que “Sería muy irresponsable sobre todo en estos momentos, cuando el mapa económico nos impone unas necesidades, unas decisiones, unas acciones, sería muy irresponsable de que la Fuerza Armada quedara suprimida nada más al ámbito militar que jamás lo hemos descuidado”. Déjame decirte que te equivocas de plano. Lo verdaderamente responsable sería que ustedes se limitaran a hacer lo que les corresponde, en lugar de asumir tareas para las cuales no están preparados. En 2000, con el podrido Plan Bolívar 2000, comenzaron ustedes a cortarle el pelo a la gente, a vacunarlo, a distribuir comida y ello llevó a mucha corrupción. Ahora regresan con un Plan Bolívar 2000 más grande, el cual será más corrupto, mientras los terroristas tienen sus asilos impunemente en territorio venezolano y Guyana le agarra los fundillos a Maduro. La prueba de que ese nuevo Plan Bolívar 2000 regresa es que Maduro acaba de ordenar un plan especial de producción agroalimentaria de la Fuerza Armada, elaborado por ustedes, para “hacerle frente a la guerra no convencional que promueve la derecha caracterizada por la especulación, el acaparamiento, el contrabando y los sobreprecios de alimentos y medicinas”. Van a sembrar, crear fundos, granjas y conucos, mediante la metodología del “punto y círculo”, tan desconocido en el país como lo fue el Inciso Alfaro Ucero.
Estas locuras refuerzan la convicción entre los venezolanos que ustedes deben salir del poder lo antes posible y ser enjuiciados por sus crímenes contra el país. Como si no fuera poco lo dicho arriba, acabas de ordenar dotar a las milicias, grupos ilegales no existentes bajo nuestras leyes, de armas largas “para defender la revolución”. Este es un acto golpista, no ya el de un simple burócrata anarquizado sino el de un militar alzado con las armas frente a la constitución venezolana. Esta es tu realidad y deberás asumir la entera responsabilidad de tus actos,
Gustavo Coronel