Por Miguel Méndez Rodulfo
El Arco Minero del Orinoco, es una franja de terreno de 111.847 Km2, equivalente al 12,2% del territorio nacional, que se encuentra al norte del estado Bolívar, y que está perfectamente ubicada al sur de la Faja Petrolífera del Orinoco, teniendo al gran río como separación. Esta ubicación luce como otro “capricho” del régimen en su afán patriótico-bolivariano, ya que a la faja la han bautizado con el remoquete del comandante eterno y entonces, ninguna ubicación mejor para el dichoso arco, que la parte de abajo de la misma.
Así, de oeste a este de la ribera norte del estado Bolívar, se han establecido 4 sub arcos que conforman el AMO, y las riquezas existentes en esos parajes abarcan los siguientes minerales: oro, cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita, caolín y dolomita. En función de eso, el Gobierno Nacional decretó a esa franja guayanesa como “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco”; pero además, mediante otro decreto, se creó una “Zona Militar Especial” para proteger a los municipios mineros de ataques violentos.
Al “proteger” a la zona con estos dos decretos, el gobierno busca un “fast track” o vía expedita para atraer capitales extranjeros hacia el AMO. Con el primero se garantizan “exoneraciones totales o parciales del impuesto sobre la renta y del impuesto al valor agregado, al igual que la flexibilización de la normativa laboral, aplicables exclusivamente a las actividades conexas con la actividad minera”, con el segundo, que la minería artesanal, ni los indígenas, interfieran con las actividades de producción, como tampoco que haya huelgas. El AMO encuentra inscripción perfecta en el “Plan de la Patria” ya que éste persigue “la ampliación de la frontera extractiva minera del país y la profundización del modelo extractivo de desarrollo”.
Ya Eulogio Del Pino, ministro del ramo, predica que las reservas sólo de oro del arco, pudieran exceder las 7.000 Tn, con lo cual Venezuela poseería la segunda reserva de oro del planeta tierra; en virtud de ello, invita a inversionistas mineros a Venezuela y también recorre el mundo, “vendiendo” al AMO; de hecho se han suscrito memorándums de intención o acuerdos con empresas nacionales e internacionales (canadienses y chinas) para la exploración, certificación y explotación de arco. Igualmente Merentes, desde el BCV avala esta aventura. Cuando Maduro firmó el decreto de creación de la zona estratégica, dijo cínicamente que “los proyectos que se realizarán tendrán como centro la conservación del ambiente y el desarrollo social… de manera que no se repita el viejo esquema del desarrollo minero destructivo, del ser humano en primer lugar, de la naturaleza y de los países”.
Además agregó: “Que no repita menos aún el viejo modelo petrolero que destruyó la cultura productiva del campo y llevó al país a un modelo llamado rentista, de vivir de la renta y de importarlo todo”. Si no hubiesen pasado 17 años de mentiras, estafas y cuentos, la gente que apoyó a este infeliz régimen se tragara este cuento. Menos mal que ya no hay retorno y que serán pocos los que crean en este nuevo conejo, que en vez de sacarnos del rentismo nos profundiza en él, haciéndonos depender otra vez de riquezas mineras cuya extracción degrada el ambiente, lo corrompe todo y allana el camino del clientelismo político y del facilismo del venezolano avispado. Al contrario, es hora de que Venezuela busque en la creatividad y el trabajo de sus ciudadanos, diversificar la economía y salir del rentismo minero.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas, 11 de Marzo de 2016