Argentina sería irreconocible sin el peronismo. Su irrupción en 1945 provocó un vuelco en la historia y continúa marcando el pulso político del país hasta la actualidad. El chavismo ocupa un lugar bastante parecido en Venezuela. Desde 1999 partió en dos a la sociedad y sus efectos se seguirán sintiendo por mucho tiempo más.
¿Estados Unidos se prepara para vivir un proceso similar con el ascenso del “trumpismo”? El periodista David Luhnow, editor para América Latina de The Wall Street Journal, cree que es posible.
En un largo texto publicado este sábado 19 de marzo, Luhnow sostiene que el magnate inmobiliario, que está cada vez más cerca de convertirse en el candidato oficial del Partido Republicano para competir en las elecciones presidenciales de noviembre, es un caudillo al estilo de Juan Domingo Perón y Hugo Chávez. En otras palabras, un líder populista autoritario, según su definición.
“Como Trump, los caudillos latinoamericanos reconocen y explotan las demandas que existen en sus países. Confrontan un un establishment político anquilosado, construyen un fuerte lazo son sus seguidores, y atacan sin límites a sus oponentes y a los medios de comunicación, en algunos casos, alentando la violencia”, describe Luhnow.
El artículo, titulado “América Latina se preocupa por el “trumpismo””, repasa el análisis distintos editorialistas y analistas de la región sobre el fenómeno Trump. A diferencia de los observadores estadounidenses, que no vivieron el populismo en carne propia, para ellos es bastante más fácil ver las coincidencias en la manera de hacer política.
Citando al intelectual venezolano Moisés Naím, el periodista destaca que uno de los elementos salientes de este fenómeno político, que tiene expresiones de izquierda y de derecha, es que traslada a otros la responsabilidad de los problemas que padecen las personas. Cuando Trump acusa a los inmigrantes, a China y a México de los males de Estados Unidos, hace algo bastante parecido a los populistas latinoamericanos, que sostienen que los pobres son víctimas de los políticos corruptos y los grandes empresarios que trabajan para “el Imperio”.
Otro elemento común es el uso de la televisión para afianzar el vínculo entre el líder y las masas. “Mucho antes de convertirse en político, Trump construyó su marca como una estrella de reality show. Chávez amasó su poder, en parte, creando una suerte de reality show presidencial en el que se sentaba durante horas a contar historias y bromas, y algunas veces a cantar”, dice.
“DONALD TRUMP CONSTRUYÓ SU MARCA COMO UNA ESTRELLA DE REALITY SHOW”
El economista Sergio Negrete, que escribe para El Universal de México, destaca que los seguidores se muestran más como miembros de un culto que como simpatizantes de un partido político. El mejor ejemplo de esto en el caso de Trump es el pedido a su público de levantar la mano en señal de apoyo a su figura.
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