Al poco mantenimiento que recibe el camposanto se le suma la acción de grupos dedicados a profanar los panteones y extraer los restos humanos y así irrumpir el descanso eterno de los muertos.
Hace 15 días aproximadamente José Saturnino Rodríguez caminó entre ataúdes desvalijados y escombros para llegar al panteón de su familia González Arias cuando llevó sus manos a la cabeza y se percató de que la tapa de mármol de la tumba de su hermana y su sobrino habían sido abiertas. Al acercarse notó que los restos de sus familiares no estaban.
“Hemos perdido tanto los valores y la moral en esta sociedad que no se respetan ni a los muertos”, soltó consternado.
Pero no es la primera vez que él y sus familiares han enfrentado un asalto a las tumbas y terrenos que tienen en el cementerio. José Saturnino relató que el año pasado dos panteones de la familia Arias Marrero fueron profanados.
El primer ultraje ocurrió durante el mes de mayo cuando los profanadores se llevaron los restos de sus primos y, posteriormente, en septiembre los de su abuela Angelina.
El reciente sacrilegio fue la gota que hizo derramar el vaso y llevó a José Saturnino a redactar una carta que consignó ante el Concejo del Municipio Libertador.
En la misiva, de apenas una cuartilla, descansa el sentimiento de molestia y consternación que embarga a sus parientes y exige soluciones al problema y la captura de los responsables del delito.