Una de las principales razones por las que en Venezuela, por los momentos no se vislumbra una salida del régimen es porque los venezolanos se volvieron tan o más arbitrarios y radicales que los mismos fanáticos de la carente revolución bonita que tanto han criticado por años.
Episodios de arbitrariedad tan volátiles e injustos como sacar de chats a personas de gran trayectoria moral, social y comunitaria por el solo hecho de pensar diferente, son, como decimos en Venezuela “inmamables”.
El exilio se cansó. Abajo cadenas. No queremos más dirigentes que solo quieren imponer. Queremos dirigentes que piensen en unión y que dejen de separar por raza o religión, nacionalidad, o inclinación política. Más de uno, con el perdón de la audiencia “se arrechó”.
En el exilio no queremos ver a los diputados recién elegidos por un pueblo lleno de necesidad y esperanzas, paseando por las calles del país de la Libertad. Los queremos allá, en Venezuela, apoyando a aquellos que votaron por ellos. De los venezolanos en diferentes países nos encargamos la sociedad civil y los servidores públicos.
Como exiliada quiero que los venezolanos que no han demostrado ante las autoridades su miedo creíble de volver, regresen y acompañen al pueblo que desde la distancia anima a seguir delante y que al mismo tiempo sale a la calle a poner su cabeza en riesgo, su integridad. Esos venezolanos que en el exilio usan los micrófonos y las banderas anti chavistas para amedrentar, acosar e intimidar a los que gozamos de libertad en el país de la paz.
En Estados Unidos estamos cansados de sus estupideces y de ahora en adelante esperen mucho más. Esperen justicia. Acá no nos la calamos coterráneos. Quien quiera jugar a ser juez que vaya y estudie tantos años o se vaya a Venezuela y se compre el cargo o se haga amigo del enchufado de turno. Acá no no las calamos más.
Pongo a su disposición mi teléfono. Envíenme fotos y textos de enchufados o de “seudo” políticos que dicen ser funcionarios de Primero Justicia o de Voluntad Popular o de cualquier partido político en Venezuela, cuando realmente lo que hacen es atropellar los derechos y la estima de nuestros hermanos.
No nos da la gana. No nos apetece a los americanos nacidos en Venezuela y a los hermanos exiliados que tienen pánico de volver a Venezuela, no nos da la grandísima gana de calarnos sus atropellos en este país. Elijan: o se van del “imperio” o se acostumbran a la libertad y la respetan. ¡Es tiempo de cambiar!
Carmen J Gimenez
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