Ocupados en sobrevivir, es poco el tiempo que puede quedar para percibir los cambios que se están generando en el resto del mundo. Pero al alzar la mirada más allá de nuestras fronteras, es evidente por un lado el avance y crecimiento en grados variables y velocidades distintas en términos económicos, sociales, políticos, científicos y tecnológicos, y por el otro, nuestro atraso y aislamiento del resto del mundo, en momentos en los que, paradójicamente, la integración y cooperación global es la norma.
Escribo estas líneas, luego de escuchar parte del discurso de Barack Obama en la Habana, en la que sin duda es una visita histórica, y cuya importancia y consecuencias empezaremos a sentir no mañana ni pasado, pero si en el mediano plazo. La estrategia de distensión y acercamiento del gobierno de Estados Unidos con Cuba, es un giro radical y audaz, que no deja de generar críticas en los grupos más radicales y anti-castristas, pero que luce sensata y lógica, ante una política de aislamiento de la nación antillana que además contribuía a una victimización del régimen cubano. El pragmatismo de Obama hacia Cuba, es el signo de una política de Estado que forma parte de su legado, a pocos meses de culminar su segundo y último mandato.
¿Estará su sucesor entre la ex – Secretaria de Estado, la demócrata Hillary Clinton y el millonario, antipático y polémico Donald Trump? El avance de las primarias de dichos partidos indica que ello sería así, a decir de los delegados que cada uno acumula, y que en cada Convención partidista, debería nominarlos formalmente como candidatos a ocupar la oficina Oval de la Casa Blanca.
Ahora bien, el problema no es que Trump nos parezca detestable, odioso, populista, autócrata, patriotero o ignorante, que sin duda alguna, a él le tiene sin cuidado. El problema es cómo su ascenso en las encuestas y preferencias electorales (hasta ahora solo republicanas) nos indican que su mensaje y estilo, por más negativo que nos parezca desde estos predios caribeños, parece calar, llegar y tener eco en buena parte de los ciudadanos estadounidenses, más anti-inmigrantes, proteccionistas y conservadores de lo que uno pudiera imaginarse o desearía. Y en Política, más allá de lo que quisieramos, pesa aquel mensaje o idea que genera pasiones y logra movilizar voluntades. En todo caso, es posible que definidas ambas candidaturas, un cara a cara con Hillary sea otra cosa.
En nuestra región, hay un efecto dominó que visiblemente, parece marcar el declive de la oleada de populismo de izquierda y radicalismo anti-norteamericano que por varios años ha marcado uno a uno a parte de países vecinos. Macri en Argentina. Evo, y su derrota buscando otra posibilidad de re-elección en Bolivia. Correa, ha dicho ya que no optará a un nuevo mandato en Ecuador. El otrora liderazgo de Lula, devenido en bochornoso intento de Dilma Russeff de protegerlo de la justicia brasileña, ante el fétido olor del guiso de Petrobras. En otros países de América Latina, más allá de los problemas y las tareas pendientes en términos de pobreza, exclusión o estabilidad, los indicadores económicos y las instituciones democráticas, funcionan e influyen en mensajes y propuestas políticas que apuntan al mejoramiento de los logros o aciertos obtenidos, con posturas moderadas y sensatas, en la diversidad política existente, especialmente en su relación con Estados Unidos.
En el plano europeo, los lamentables atentados de Bruselas, vuelven a activar las alarmas sobre el tema de la seguridad, las libertades democráticas y la estrategia para enfrentar el fanatismo, la violencia y odio anti-occidente del Estado Islámico.
Mientras tanto, aquí en Venezuela, a la devastación económica que con orgullo, exhibe y defiende el chavismo, se suma la fragilidad del Sistema Eléctrico y de los servicios públicos. País potencia, dice Nicolás Maduro, y detrás, la sombra de la corrupción e impunidad de la boliburguesía militar –civil sigue robando, y sembrando dudas sobre el destino de los millones que debieron invertirse durante 17 años para evitar el actual colapso. El fracaso del estatismo e intervencionismo “socialista” es proporcional a la enferma y suicida obsesión del gobierno por acentuarla mucho más.
Por su parte, la oposición sigue deshojando la margarita, en un juego político que parece haber entrado en un callejón sin salida, con múltiples bloqueos, cercos y una peligrosa inercia. La creciente tensión, angustia y descontento popular, no está siendo capitalizada por la oposición, más allá de enfrentamientos retóricos y un desgaste en el que lucen ausentes liderazgos y acciones colectivas. La economía sigue pasando factura, mientras el Ejecutivo paraliza el país. El miedo sembrado por la revolución y su aparato judicial-represivo sigue cosechando pasividades y conformismo.
El discurso y los logros de la sensatez van ganando alianzas y cultores. El mundo avanza, las inflaciones altas casi no existen, los radicalismos estatizantes y de pseudo izquierda son cosa del pasado, la salud se perfecciona, la calidad de vida gana puntos, la inseguridad está controlada, las instituciones funcionan para todos, unos gobiernos se van, y otros llegan, la alternancia no es una utopía, los militarismos son exóticos fósiles de la historia. Pero no aquí, no en Venezuela. Al final, en medio de este contexto global y regional solo un hecho parece cierto.
Nos vamos quedando solos en el vecindario.
@alexeiguerra