A Robert Powell casi nadie lo conocía antes de que se presentara para el papel de Jesús de Nazareth. La actuación que le hizo al director de la mini serie, Franco Zeffirelli, fue tan buena que le valió ser tenido en cuenta para que interpretara a Judas. El papel grande, el de Cristo, saldría de la férrea disputa que sostenían Al Pacino y Dustin Hoffman, publica el portal las2orillas.co.
En los ensayos previos a la grabación Powell se protegía del sol de justicia que hizo en el verano de 1977 en Túnez, lugar de la filmación, con una túnica. Al verlo, el realizador italiano tuvo una revelación: él era la viva imagen que se tenía de Jesucristo en occidente. Sin pensarlo dos veces despachó a Hoffman y Pacino, dos monstruos de la actuación que ya, en esos años, tenían varias nominaciones al Oscar encima y se quedó con Powell.
Para encarnar a Jesús, Powell vivió un verdadero viacrucis. Con una estricta dieta de avellanas y agua, bajó cinco kilos en 22 días para llegar al peso ideal que exigía su personaje. No conforme con esto el productor , Sir Lew Grade, de férreas y ortodoxas creencias cristianas, lo obligó a casarse con la actriz Barbara Lord, con quien vivía en unión libre desde hacía tres años. El rodaje se retrasó 5 días mientras Lord llegaba a Túnez, escenario de la miniserie, y organizaban una boda relámpago.
Pero los problemas para el actor inglés apenas empezaban. Estudió tan afondo su papel y ahondó tanto en él que, los que lo conocían, dijeron que había momentos en donde Robert Powell se creía Cristo. Además, los requerimientos actorales de Zefirelli lo llevaron a crear un método en el cual no necesita parpadear durante siete minutos. Por ese detalle la mirada del actor cobraba tal intensidad que se convertiría, con el tiempo, en el rostro oficial de Jesús.
A los 33 años, y con el éxito arrollador de la miniserie, Robert Powell creía que iba a estar listo para el éxito. Pero no fue así. Durante dos años tuvo que ir al siquiatra por el síndrome mesiánico que había adquirido durante el rodaje. Una vez se recuperó, la fiebre que había despertado su actuación se había apagado. Lo único destacable que hizo después fue interpretar al Doctor Víctor Frankenstein en un modesto éxito de taquilla. Nadie lo contrataba, nadie quería tener en su película al hombre que todos consideraban era Jesucristo.
Ahora, a sus 72 años, Robert Powell se ha alejado de los sets de grabación y se ha concentrado en su intento de escribir novelas. No queda rastro alguno de ningún síndrome mesiánico. De lo único que se arrepentirá fue de haber arruinado su carrera como actor al ser encasillado para siempre en el todopoderoso Hijo de Dios.