Desde que el ex ministro de este desastre denunció, con su cara y barba lavadas, ya con el daño hecho e irreversible como si cuando fue Ministro nadie se robó una locha, que empresas de maletín habían sustraído –robado, quiso decir- más de 25 mil millones de dólares, los políticos de oposición reaccionaron y reclamaron una averiguación exhaustiva, el gobierno no se quedo atrás y hasta el presidente Maduro se comprometió como de costumbre cuando no entiende o quiere presentarse como amigo del pueblo, a investigar con rapidez y profundidad cayera quien cayera. Nadie caería claro, excepto los sobrinos aquellos en Haití pero no por las investigaciones venezolanas sino por las foráneas, y otros por lavado de dinero, algunos por pagar comisiones y soborno a funcionarios públicos; los mismos que están triturando entre sonrisas y estrechones de mano a los Castro y su desastroso castrismo, tienen la lupa puesta en los que se llevaron los reales, que se gastaran en abogados y sustrajeron en las narices del que se las da de monje ciego y sordo, que abandonó por un rato su mudez para decir con cifras, que bien conoce, lo que los demás denunciábamos en el desierto del siglo XXI.
La Fiscalía se sumó a las investigaciones y en general el rechazo ciudadano fue casi unánime. Pero ¿qué pasó después? ¿Dónde está la lista de sospechosos? ¿Quiénes son los bandidos? ¿Por qué siguen disfrutando grandes casas y apartamentos, aviones privados, yates, autos que muy pocos pueden comprar y mantener? Y una pregunta pedagógica importante: ¿por qué se esfumó la voluntad política, -es acaso que dejaron de dolerle y perdieron interés en esos grandes delitos- al Gobierno madurista y la oposición mudista en desconcertante y deprimente coincidencia anti natura?
Ya nadie sabe del escándalo que dejó de serlo, se convirtió en murmullo lejano y las ganas de hacer justicia se diluyeron. Quizás haya sido –cosas que especulan los malpensados habituales-que se hizo polvo por una realidad terrible que se hace evidente en estos casos, quizás porque después de conocida la lista, opositores y oficialistas se percataron que muchos estaban enlistados, o porque no estaban todos los que son, pero todos los que están no sólo son sino que aparecen amigos, familiares, beneficiados y relacionados.
Es vox populi el asunto grosero de la empresa Darwick, sus dueños, socios y asociados, el escandaloso tema del sobrino del gran dirigente rojo rojito, se habla con asquerosidad de la inmensa fortuna hecha de la noche a la mañana por parte del retoño de un ex gobernador y lo sigue de cerca en la glosa mugrienta otro hijo de un ex senador; ambos –padres- de la cuarta, todos residenciados en Europa, según los echadores de cuentos les gustan especialmente España, donde hay ladrones a montón para todos los gustos y tendencias, e Inglaterra, monarquía de persistente tradición y veterano parlamento para quienes seguimos siendo un remoto paisito caribeño cuya única importancia es que está dejando caer en manos de los negritos educados en Londres buenos trozos de tierra y de mar. Pero al mismo tiempo disfrutan la tranquilidad de darse cuenta de que este Gobierno no tiene voluntad política ni músculo militar ni conocimientos diplomáticos –diría uno que ni siquiera geográficos y aún menos históricos- para tomar el toro esequibo por los cuernos, y por eso en Londres y Nueva York saben que sus multinacionales seguirán logrando petróleo de las aguas marítimas que los venezolanos llevamos más de un siglo reclamando pero no recuperando. Y algunos gobiernos ni siquiera eso.
También habría que considerar ciertos convenientes beneficios para algunos, pues bastantes son los socorridos con parte de esos fondos que para mucho dan. Imagínense que también se comenta con insistencia que muchos de ellos financian por igual tanto a partidarios del gobierno como de la oposición, pagan pasajes, prestan o alquilan gentilmente aviones privados, financian almuerzos, viajes y muchos otros agradables etcéteras, ¿Será verdad o sólo habladurías de los envidiosos y mal intencionados? Por cierto, financiar políticos no es ilegal siempre y cuando sea con dinero propio y bien habido, no con el despojado a todos los venezolanos.
Se trae a colación para que quienes tienen el deber de averiguar e investigar lo hagan y difundan al público, nombres de los involucrados, identificación de las bandas delincuenciales, sus miembros y especialmente sus dirigentes, que han hurtado dinero del erario público y nos dejaron endeudados incluidos hijos y nietos. Sin conocimiento ni consentimiento ciudadano y sin que muchos políticos que alardean de patriotismo y defender intereses patrios, se hubieran siquiera pronunciado o levantado una voz de protesta. Porque es mucho lo que nos va a costar esta colosal tracalería, décadas de esfuerzos y sacrificios económicos a cada uno de los ciudadanos, pues gracias al malandraje de algunos civiles y militares que chupan dólares sin parar ni importarles un rábano la angustia y padecimiento, con la torpe facilidad del Gobierno socialista para endeudarse, es decir, endeudarnos, todos (excepto los ladrones y sus políticos amigos) vamos a pasar décadas pagando esa deuda difícil de cuantificar.
La Asamblea Nacional debería nombrar con urgencia una Comisión de la Verdad –donde estén representados ciudadanos decentes con principios éticos y de buenas costumbres- para revisar, auditar con lupa y detalle extremo, tanto lo que ingresó como lo que egresó del país, lo que gastaron el Gobierno Nacional y los gobiernos regionales como mínimo en los últimos 17 años –similar a lo que proponen Carlos Tablante y el especialista en seguridad Marcos Tarre, quienes han escrito dos libros de investigación sobre la corrupción (“Estado delincuente” y “El gran saqueo”). Ambos estudiaron en profundidad la historia de la putrefacción en Venezuela, y la enorme diferencia entre la de antes y la de ahora; la precedente digna de pleno y ejemplar castigo, y la insólitamente indescriptible de estos tiempos, que rebasa toda explicación.
Si se investiga con empeño y seriedad, estén seguros, se van a quedar boquiabiertos. Y lo primero que debería hacer el Gobierno, si la palabra del Presidente Maduro vale de algo, es publicar esa lista de quienes recibieron dólares baratos de la tristemente célebre CADIVI y las siguientes. Los que los recibieron y tienen empresas sólidas, contabilidad adecuada para demostrar el uso para el cual se les dieron esas divisas, nada tienen que temer ni ocultar. Pero también aparecerán unas cuantas personas (hombres y mujeres, de cortas edades y procedencias políticas y sociales) que asombrarán al Gobierno, a los medios, a las instituciones y todos los que hemos sido perjudicados. Los únicos que deben temer son los corruptos, pero también familiares, amigos, testaferros y otros por haber sido favorecidos (y no olvidemos nunca los facilitadores), son también culpables.
@ArmandoMartini