El estudio de la historia nos ayuda a mantener la memoria fresca porque el olvido se viraliza a diario. Recordar es una forma de honrar lo apreciado de nuestra condición humana. En estos días estuve en lo que fueron las torres gemelas del World Trade Center. En el año 2000 me había subido al tope de su inalcanzable vista y hace unos días contemplé el agujero insondable que quedó de eso. De aquellos pilares sólo resta el silencio, porque es con sigilo cómo se acercan los centenares de personas que visitan esta dolorosa zona que ha hecho de la desgracia una reflexión. En el espacio que ocuparon los rascacielos hay dos orificios que conducen a una profundidad desconocida. Desciende un agua que se arremolina y se hunde hacia el pozo del no se sabe adónde. Es la zona de impacto ya al margen de toda suma o toda resta. Que cada quien disponga de sus números para esta incógnita en que abundan los puntos suspensivos y escasea todo raciocinio clarificador. En este monumento laico nos preguntamos más que por la muerte en su sentido ulterior, por la vida en la hora exacta en que todo puede desaparecer por un impacto, en un instante. Esa agua que cae y se esconde en el agua nos reta a resolver su sinuoso y largo acertijo. Y si estamos, como arrogantemente creemos, en un momento estelar de nuestro tiempo.
@kkrispin