Muchas personas se preguntarán cómo es que, en menos de dos décadas, Venezuela se ha convertido en un país empobrecido y atrasado, que solo puede disponer de energía eléctrica a ratos, que es incapaz de tapar los huecos de las calles y avenidas, que no puede garantizar la seguridad o suministrar agua a su población, y que ni siquiera puede combatir las plagas de mosquitos para proteger la salud de sus habitantes. La respuesta está allí: en los Papeles de Panamá. En el mayor saqueo de la historia, el dinero que era de todos los venezolanos fue a parar a los bancos de Panamá, Andorra y otros paraísos fiscales, en cuentas a nombre de quienes, hasta ayer, solo eran modestos oficiales de la FAN o funcionarios del Estado que sobrevivían con un sueldo miserable. Con la revelación de los documentos de Panamá, la respuesta a esa pregunta, que ya habían anticipado los autores de El gran saqueo, ahora comienza a tener nombres y apellidos.
No se trata de negar el derecho que tiene cualquier persona a registrar una empresa o a abrir una cuenta bancaria en un país extranjero. No me voy a referir a un eventual deseo de eludir el pago de impuestos o a ocultar de las autoridades nacionales una pequeña o gran fortuna, que ciertamente puede plantear problemas legales. De lo que se trata es de esclarecer el origen de unos fondos que, por mucho que se haya ahorrado, no pueden justificarse con los ingresos de toda una vida percibidos por un general, y mucho menos con los de un simple capitán de ejército o de una enfermera, pero que tienen el discutible mérito de haber formado parte del entorno de Hugo Chávez. Sobre todo, cuando desde fuera se ha insinuado que Venezuela es un “narcoestado”, o cuando los propios Tablante y Tarre, en un libro anterior, han sugerido que Venezuela se ha convertido en un “Estado delincuente”, valdría la pena que las personas señaladas por la lista de Panamá nos enseñaran cómo hay que hacer para, con un sueldo inferior a los doscientos dólares mensuales, abrir unas cuentas millonarias.
La noticia de la lista de Panamá ha estallado en el mismo momento en que la prensa publica de un donativo de 7 millones de dólares para el partido Podemos, de España, otorgado por el ya fallecido Hugo Chávez. Más allá de la interferencia en los asuntos internos de otro Estado (a lo que este gobierno es tan sensible), al igual que la lista de Panamá, este asunto tiene que ver con el manejo de los recursos públicos como si se tratara de los bienes personales de aquellos a quienes se ha confiado su administración. Como se observa en el libro El gran saqueo, aunque la Constitución prohíbe el financiamiento de los partidos políticos por parte del Estado, esto no ha impedido que el gobierno venezolano haya financiado generosamente al PSUV, convirtiéndolo en una maquinaria de la corrupción, y a otros movimientos políticos afines, incluso más allá de sus fronteras. En este sentido, el presidente del Perú, Ollanta Humala, también ha reconocido haber recibido aportes financieros del gobierno de Venezuela. No hay dinero para los pensionados, pero sí hay suficiente dinero para el Podemos español, o para las campañas electorales de Ollanta Humala en Perú.
Mientras la prensa informa de las cuentas millonarias de los venezolanos chavistas en los bancos de paraísos fiscales, el país no tiene recursos para importar alimentos o medicinas. Seguramente, la corrupción de quienes nos gobiernan también es culpa del imperio.