La unidad concebida como medio para alcanzar un fin, es fugaz, precaria; como lo es todo aquello que es instrumental por desechable.
En mi columna anterior alertamos sobre el riesgo e impertinencia política de tener agendas múltiples en el mismo seno de la MUD. No es reprochable per se ejecutar iniciativas políticas diferentes con una unidad de propósitos. Lo que no es rentable en lo político es avivar en direcciones diferentes al mismo tiempo. Tal desviación trae fracasos y no tanto por mezquindad o egoísmo, sino por subestimar la indignación pueblo, del cual se gana su rechazo y que no hace diferencia entre tirios y troyanos.
Quiero expresarle a la gente de PJ que en lo personal no apuesto a su decepción. Por el contrario. Su éxito (asertivo), es el éxito de quienes queremos el cambio. En PJ tengo buenos amigos con quienes militamos en la juventud de AD, y a quienes reconozco su eficiencia como articuladores políticos y hacedores de redes ciudadanas muy potentes. Es precisamente esa capacidad de PJ de construir procesos de gobernanza, autogestión comunitaria y cercanía entre el poder y el pueblo (justicia para todos), lo que este escribidor os pide, utilicen para promover un modelo-país realmente progresista y liberal. El pragmatismo en la política claro que os conduce al poder. Pero a un poder vacío y frágil, diferente al poder consensuado en ofertas dadas. No os conduce a la gloria que concede la historia, como el consenso Chileno que dio cuenta de Pinochet, y relanzó al Chile demócrata. Un ejemplo histórico [consenso chileno] de coalición ciudadana y republicana, que aún mantiene al pueblo de Neruda de pie, solvente, educado y en pleno desarrollo. Lo mismo fue la unidad del frente sindical Solidaridad de Lech Valesa en los 80. Un electricista hijo de carpintero, que conectó con la impostergable demanda en Polonia de renunciar a la miserable condición humana que dejaba el comunismo de la Europa del telón de acero. Fue también la unidad del pueblo Venezolano entorno a Betancourt para pactar nuestra naciente democracia, no desde 1958, sino desde el trienio de 1945. Una rebelión contemporánea por el sufragio universal, directo y secreto…El común denominador de todas estas fuerzas unitarias de transformación y evolución social, fue un ideal superior: La libertad. Libertad de ser, libertad de tener y libertad de hacer racionalmente. Lo que Descartes llamó, “razonamiento correcto”: contar con la sabiduría suficiente (por tener el placer y la alegría de adquirirla), para garantizar el bien común a partir del bienestar conmigo mismo. Porque el hombre primero es libre en lo individual, que en lo colectivo. No lo contrario. La consciencia colectiva nace del hombre racional, no nace del Estado y menos de lo social. Es la razón la que concibe al Estado, no el Estado el que concibe al hombre razonable.
Lo contrario al hombre ideal es “el hombre mediocre, el hombre comunal, el hombre-granja (Dixit José Ingenieros/George Orwell). El mediocre “es dócil, maleable, ignorante. Un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados-sic-que lo hacen borrego del rebaño social”. Hay que tener mucho cuidado con no dejarse arrastrar por lo que Ortega y Gasset tildó, el “hombre-masa”, contrario al “Hombre-Noble”, al idealista. Nobleza como la de María de Montessori, creadora de un centro de aprendizaje para niños abandonados en Italia, que tenía como filosofía, el saber cómo experiencia…Fue exiliada por Mussolini por negarse a que lo niños fuesen convertidos en soldados. Una idealista que dio su vida por ellos. Que contuvo los abusos de la barbarie, por lo cual fue factor de evolución social…Así el idealista “es un soñador, entusiasta, culto, de personalidad diferente, generoso, indisciplinado contra los dogmáticos”. Venezuela necesita una caballería de idealistas; un pelotón de transformadores que marchen contra el poder banal, contra el hombre mediocre, contra el hombre masa, contra del que deja arrastrar por el rebaño socialista. Hombres de razonamiento correcto, por comprender que ser soldados de revoluciones, es caer en la más miserable docilidad, violencia e ignorancia.
Es a partir de los hombres nobles, desde donde se construirá la sociedad de justos medios que idealizaba Confucio. El justo medio entre el gobernador y ministro, entre el padre y el hijo. Entre marido y mujer. Entre hermano mayor y hermano menor. El justo medio entre amigos; entre ciudadanos. Justo medio que es el respeto del otro; respeto que es el reconocimiento del derecho ajeno, de la libertad negativa, y reconocimiento que asumimos, cuando nos capacitamos…El socialismo capacita rebaños. El liberalismo capacita individuos pensantes. Y la justicia habilita el justo medio…
La unidad concebida como medio para alcanzar un fin, es fugaz, precaria; como lo es todo aquello que es instrumental por desechable. Esa es mi incomodidad intelectual con aquellos que cabalgan con una unidad utilitaria. Unidad que subestima al pueblo, por ser ella “cómplice de los interés creados”. Y cuando no se impone una unidad ideal, no emerge una Venezuela ideal. Triunfan los rebaños, las granjas, los hombres mediocres…No lo digo yo. ¡Es historia viva!
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