Chica, chica ¿cómo estás? pregunta una joven de unos 25 años a otra más o menos contemporánea que acaba de entrar al vagón del metro, ¡bien mamita! echándole…
En medio del calor sofocante y pegajoso por falta de aire acondicionado, empujones, olores e incomodidades que se siente allí, una puede oír y ver de todo. Cosas como las que les contaré, escuché desde Plaza Venezuela hasta Capitolio y de vuelta.
Sigues con fulano? pregunta la primera a quien llamaremos Maritza, ¡Si claro! le responde Indira y nos estamos forrando. Tú sabes mi marido es cabo primero y consigue pacas de harina que yo bachaqueo a 20 mil bolos, (mil por kilo). Wuao! exclama Maritza entre risas, con razón andas con los pelos alisaos! Pasándose los dedos por la melena del largo de los hombres Indira afirma coquetamente ¿me queda chévere, verdad?…es que también consigo la keratina ¿quieres? ¡mira mi reina que te hace falta! jajajaja…
Entre tema y tema de lo que bachaquea Maritza y lo que bachaquea Indira, que entendí vive con otro militar, sumé más de 300 bolívares semanales entre las dos. Algunos hombres se reían, otros las buceaban y una señora les preguntó que dónde vendían los productos para comprarles harina y arroz porque tenía más de dos meses que no los encontraba. Ninguna le respondió. Me envalentoné y le dije a la señora: seguramente que en el Bicentenario o en algún Mercal los encuentra amiga…silencio sepulcral en el vagón.
Luego, a la salida, un señor se me acercó -no tenga miedo no soy ladrón- me dijo, para agregar de inmediato: mire, esas mujeres se caen a coba entre ellas porque si ganaran ese realero no andarían en metro.
Lo que si me quedó claro, es que en la llamada “guerra económica” tan cacareada por Maduro, tienen sus manos metidas los de verde oliva, producto de la confiscación que a comerciantes le hacen estos subalternos militares para entregarle la mayoría de lo robado, a estratos superiores y quedarse ellos con el repele.
Otra de las escenas que se repiten en el metro comienza así: “Buenos días mi gente bella, la educación por delante, vengo a robarles un pedacito de su tiempo para ofrecerles un bolibomba que lo consiguen en la calle a 150 un paquete. Yo vengo a ofrecerles, mi gente bella, dos por 120. Permisito por aquí…voy pasando… ¿quiere uno mi doña?” Confieso que los compré y el hombre me bendijo al tiempo que expresó “me parece conocida” …y el hombre siguió caminando por el vagón.
Lo que nunca pensé que oiría por los altoparlantes de este sistema subterráneo de transporte es un mensaje que dice. “Usuarios del Metro de Caracas, les invitamos hacer colaboradores con los vendedores de productos en los vagones del sistema Metro de Caracas”. Me comentaron que debes comprar porque si no lo haces, de vuelta te tienen en la mira. Sin duda alguna que Luis Herrera no se peló al afirmar que este sistema le cambiaría la vida a los caraqueños, solo que no contó que llegaría una revolución que lo involucionó.
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@NituPerez