Maduro quisiera tirar la toalla, pero los cubanos y la cúpula militar no lo dejan. La presión que ejerce cada uno de estos dos sectores sobre el Presidente es demoledora. Soy de quienes cree que si al inquilino de Miraflores se le ocurriera tan siquiera hacer mención de la palabra “renuncia”, los militares y los cubanos lo pasarían por las armas de inmediato. Cubanos y militares prefieren a un presidente muerto que a un presidente renunciante. La renuncia sólo le sirve a la oposición, pero su desaparición física (que la oposición democrática, en la que yo me inscribo, no apoya ni desea) mantendría con vida a la revolución.
Maduro está tan desesperado, que ha dado órdenes a las cuatro rectoras del CNE para que impidan a toda costa la realización del referendo revocatorio durante el año 2016. Las 4 “malandras” como acertadamente las llamó Henry Ramos Allup, harán todo cuanto sea posible, violando para ello la Constitución y las leyes, con tal de cumplir con el deseo del heredero de Chávez. Es duro decirlo, pero es un escenario que hay que asumir y combatir con todos los hierros: existe la posibilidad de que este año no haya referendo revocatorio. Uno de los principales elementos que conspira para que la consulta se haga es el factor tiempo. Los lapsos lucen muy apretados. Es una carrera contra reloj. Y si a eso le sumamos el hecho de que la MUD perdió los primeros 4 meses del año discutiendo cómo sacar a Maduro, para terminar aceptando que el camino menos tortuoso era el revocatorio, pues la cosa se pone peor.
Maduro se ha propuesto impedir que haya referendo este año y para ello tiene una trampa caza bobos que busca desarticular las pretensiones opositoras de someterlo a un revocatorio que acabe con su mandato. El Jefe de Estado está dispuesto a sacrificar a unos cuantos gobernadores del PSUV para tratar de salvar su propio pellejo. La Sala Situacional de Miraflores ha recomendado al mandatario que ordene al CNE obstaculizar a cómo de lugar el revocatorio y que en su lugar se lleven a cabo las elecciones regionales para gobernadores y Consejos Legislativos.
La idea no es tan alocada como parece. Todo lo contrario, tiene mucha lógica política. Los partidos de oposición tienen en la actualidad una poderosa razón para mantenerse unidos dentro de la MUD: la salida de Nicolás Maduro. Ese propósito, que no es solamente un objetivo de los partidos, sino un gran clamor nacional, exigido por la gran mayoría de los venezolanos, ha hecho que las organizaciones con fines políticos mantengan viva a la Mesa de la Unidad Democrática.
Pero cuando se trata de elegir gobernadores y diputados regionales, la cosa luce muy diferente. En los estados, cada partido político que integra la MUD tiene sus propias aspiraciones. Cada organización ya ha comenzado a sacar cuentas, y aunque en algunas entidades pareciera haber claridad con relación a quienes deberían ser los candidatos naturales, hay muchas otras regiones donde la pelea será a cuchillo. El asunto es tan complejo que hay estados donde los candidatos mejor posicionados no son precisamente los dirigentes de los partidos que integran la MUD. También hay personeros independientes. Y si a eso se le suman los diputados de la Asamblea Nacional que con toda seguridad dejarán sus curules para irse a buscar una gobernación, el asunto se torna mucho más peliagudo.
Maduro y sus asesores cubanos y españoles, saben muy bien que cuando se vaya a la lucha por las gobernaciones y consejos legislativos, la unidad monolítica de la MUD no será la misma. Miraflores conoce las debilidades de los partidos políticos y sus dirigentes, y sabe, como lo sabemos muchos venezolanos que no nos chupamos el dedo y que conocemos algo de política, que la batalla por las gobernaciones hará que salgan a flote los intereses personales e individuales que tanto daño le han hecho a la oposición venezolana en los últimos años.
El dilema en el que se debate Maduro es muy simple: si se hace el referendo revocatorio este año, será revocado con una votación aplastante. Todas las encuestas señalan que 7 de cada 10 electores votará favorablemente para sacarlo del poder. Ante esa realidad, Maduro ha optado por boicotear y sabotear todo cuanto tenga que ver con el referendo. El CNE y el TSJ harán la tarea de impedir la consulta popular.
Pero si Maduro insiste en obstaculizar el revocatorio y además de ello también se da a la tarea de boicotear y sabotear las elecciones regionales, las cuales de acuerdo con la constitución y las leyes deben realizarse este mismo año, la olla de presión que existe en el país — y que se apaciguó momentáneamente, luego del proceso de recolección de firmas para activar el mecanismo— terminará por estallar en cada rincón de Venezuela, con consecuencias inimaginables para el gobierno y para toda la nación en general. Esta bomba social que se siente y se oye en las calles, sólo puede desactivarse de una sola manera: con la salida de Maduro.
Maduro no sabe jugar ajedrez. Pero a pesar de ello, intentará mover algunas piezas. Hasta los que no entienden el juego saben que lo importante es defender a la Reina. Si para ello tiene que entregar los peones, los alfiles, un caballo y una torre, lo hará. Algo me dice que eso es exactamente lo que quiere Maduro: entregará la cabeza de los gobernadores del PSUV, con tal de salvar su propio pellejo. Una clara demostración de que a Nicolás las gobernaciones le tienen sin cuidado es el hecho de que se haya traído a Istúriz para la vicepresidencia de la república y a Castro Soteldo para el ministerio de producción agrícola y tierras.
Maduro puede ser bruto, pero no es gafo. El sabe que los partidos que integran la MUD quieren tener sus propios gobernadores. Si el próximo domingo se llevaran a cabo las elecciones regionales, y se repitiera la votación del pasado 6 de diciembre, el oficialismo perdería al menos 20 gobernaciones. Cada partido que integra la MUD quiere su pedazo de torta. Pero Maduro también sabe que el triunfo de las fuerzas democráticas en los comicios regionales dependerá de algunos factores, como por ejemplo: 1) la forma como la MUD elija a sus candidatos. Si se repite la fórmula aplicada por la MUD en el año 2012 (imposición de candidaturas a dedo, y repetición de candidatos bate quebrados) muchas gobernaciones probablemente quedarán nuevamente en manos del oficialismo.
Otro elemento importante que debe considerarse, de cara a unas elecciones regionales, es saber si los partidos deciden mantener en vigencia la tarjeta única de la MUD o si por el contrario, optan por lanzarse al ruedo con sus propias tarjetas. El PSUV ha puesto en marcha una estrategia político electoral que busca desesperadamente acabar con la tarjeta única de la MUD. Hay dos decisiones que se han adoptado en organismos controlados por el gobierno que demuestran la intención del oficialismo por acabar con la tarjeta que permitió a la oposición ganar la mayoría en la Asamblea Nacional. La primera tiene que ver con el registro de los partidos ordenado por el CNE y la segunda con la sentencia del TSJ que prohíbe la doble militancia.
El gobierno sabe el gran daño que electoralmente hablando le ha ocasionado la tarjeta única de la MUD y tales decisiones buscan desarticular esa tarjeta para que no aparezca más en el tarjetón electoral. Impedir la doble militancia significaría, por ejemplo, que quienes aparezcan inscritos en AD o en PJ no pueden aparecer en los registros de la MUD. Eso implicaría que la MUD tendría que ser tratada como un partido, y los militantes y dirigentes de ese partido no podrán aparecer en las listas de otras organizaciones políticas.
Así las cosas, la estrategia del oficialismo está muy clara: elecciones regionales, sí. Revocatorio, no. Apuesto fuertes a lochas a que Tibisay Lucena anunciará primero la fecha de los comicios de gobernadores antes que la fecha del referendo. La trampa caza bobos está servida. Sólo falta saber cuál será la estrategia de la MUD para enfrentar este escenario que, como ya se ve, sólo busca dejar a Maduro en la Presidencia de la República hasta el año 2019.
La MUD tendrá que decidir qué es lo que quiere: referendo o regionales. No es fácil hacer las dos cosas este año. Habrá que decidir entre el interés del país y el interés de los partidos. Yo apuesto por el interés del país. Se acabaron los trailers. Comenzó la película.
SC. 6 de mayo de 2016