No pasó mucho tiempo, cuando divisé a un chamo señalando con su brazo derecho al río Guaire, mientras gritaba: “¡Por allá hay un puente antiguo!” Y yo comencé a gritar junto a otros: “¡Por el puente! ¡Por el Guaire! ¡A la autopista! ¡A la autopista!”. Y salimos corriendo, cruzamos el puente, nos metimos por el monte al lado del Guaire y entramos a la autopista.
Corríamos a paso de maratón de la CAF, hasta que vimos a muchos contingentes de guardias u policía nacional corriendo en sentido contrario más rápido hacia nosotros. Se detuvieron como a unos doscientos metros y comenzaron a formar una barrera para acordonarnos de nuevo… Fue la carrera de doscientos metros más rápida de mi vida y la de muchos otros. ¡Y pasamos!
Ni el gas lacrimógeno, que, por cierto, como que estaba vencido, ni las amenazas nos hicieron retroceder. A pesar de la intimidación pública de las acciones de militarización del día anterior, marchamos. Aún con las amenazas públicas de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez et al., marchamos. Aún con la tecnología del terror, marchamos.
Nos querían acorralados y cercados como corderos, mejor, como becerros, y fuimos como leones. No llegamos al CNE pero no nos quedamos en Bello Monte. Avanzamos y ganamos terreno. Estuvimos cerca. Teníamos que estar allí y allí estuvimos.
Necesitamos que los que dudaron y no fueron se convenzan y acudan. Acudan. Porque les digo algo, allí se respiraba Libertad con superlativa mayúscula. Se respiraba valentía y esperanza. Se respiraba nuestro renacer. Se respiraba fortaleza de espíritu. ¡Se respiraba Venezuela!
Mario Guillermo Massone