Lorenzo Mendoza: La política no es mi arena, por lo menos no en la Venezuela de ahora

Lorenzo Mendoza: La política no es mi arena, por lo menos no en la Venezuela de ahora

Lorenzo Mendoza, president of Venezuela's largest private food production company Empresas Polar, speaks during a news conference in Caracas February 2, 2016. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins
Lorenzo Mendoza, president of Venezuela’s largest private food production company Empresas Polar, speaks during a news conference in Caracas February 2, 2016. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

Lorenzo Mendoza admiraba profundamente una cualidad de su padre cuando comandaba el emporio Polar. “Nunca llevó el trabajo a mi casa, mi casa era un hogar”. Tal vez él pudo buscar igual objetivo, pero no lo consiguió. Su nombre se hizo un referente de ataque del todopoderoso presidente Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro, en cadenas de radio y televisión escuchadas por todo el país, y por supuesto, por su familia, publica Versión Final.

Su trabajo, entonces, se convertía en una especie de arca de la que el Gobierno quería participar a juro con intervenciones o expropiaciones, y su figura, una amenaza para tal pretensión. El ingeniero, como le llaman en la empresa por su carrera, ha pasado 17 años, los mismos que lleva la revolución en el poder, manejando la obra de sus familiares entre huracanes, cuya temporada 2016 parece ser la más agresiva.

El que Lorenzo Mendoza se haya convertido en objetivo de discursos oficiales lo arrastró definitivamente a un ruedo político al que es alérgico por convicción. Lo suyo es la empresa. Y lo ha dicho: “si me pongo a pensar en otra cosa la marea me lleva. Lo que sé hacer es motivar la innovación y crear puestos de trabajo”.





Y ciertamente el hombre tiene rasgos definidos de motivador. Recientemente en el 75 aniversario de Empresas Polar, Mendoza, encarando una deuda con proveedores de más de 360 millones de dólares, el cierre de plantas por falta de materia prima y la negativa del Gobierno de liquidar divisas, ha lanzado un mensaje que dice verdades, pero que convirtió en una pieza de película aquel momento. “En Polar el optimismo es brutal”.

Se pudo ver cómo empleados de todos los niveles se tomaban de sus manos con lágrimas en los ojos y compartían gestos de afecto y entusiasmo por la lucha empresarial.

Esa es la imagen que se ha colado de Mendoza puertas afuera de Empresas Polar, la del gerente que ha mantenido la cohesión, la inversión y el apego a Venezuela pese a las amenazas y las acusaciones de ser el cerebro de la “guerra económica”. Y esa misma percepción de líder lo ha catapultado a los primeros lugares de encuestas que lo posicionan como un presidenciable en el país, una tendencia a la que sabe responder con elegancia para salirse de ese ruedo. Lo ha hecho con muchos periodistas y entrevistadores con sumo respeto, incluso con su muy cercano amigo César Miguel Rondón.

Una de las encuestas de febrero pasado, lanzadas por la empresa Datos, del economista Asdrúbal Oliveros, lo eleva en preferencia sobre Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, Leopoldo López, líder de Voluntad Popular hoy preso en Ramo Verde y Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda y dos veces candidato presidencial.

—¿Pero es una losofía de vida, una convicción férrea de no participar en política?

—“La política no es mi arena”, nos ha dicho tras un breve encuentro en exclusiva, pero hay más. Su madre, la Sra. Leonor Giménez de Mendoza, a quien él mismo cali fica de su “heroína”, nos confirma que conoce muy bien el anhelo de su hijo y no es precisamente el de ser presidente de la República, si no ser el Presidente Ejecutivo de Empresas Polar, allí, en su nicho, uno que conoce desde los tuétanos.

El ingeniero industrial prácticamente se crió entre los galpones de Polar antes y después de partir a su profesionalización en Estados Unidos en la Universidad de Fordham en Nueva York. Su padre, Lorenzo Alejandro Mendoza Quintero, era la gura prominente del mentor que lo llevó a relacionarse de inmediato con los camioneros, despachadores, vendedores y demás niveles de trabajadores de toda la empresa, muy lejos de su oficina que no conoció hasta mucho tiempo después. Método de un padre psicólogo y empresario.

Su madre conserva recuerdos de esos momentos. “Aún guardo los pedidos que escribía Lorenzo con su letra minúscula, eran como planas de un colegio, son graciosísimas”. Era la estrategia familiar para sembrarle la pertenencia por un logro que había surgido en 1941 con el empuje de su abuelo, Lorenzo Alejandro Mendoza Fleury y su tío Juan Lorenzo Mendoza Quintero y la constitución de la Cervecería Polar, cuyos orígenes se desprendían de Mendoza & Compañía, la fábrica de velas y jabones de la familia. La tarea de su padre echaba raíces, aunque se despidiera sorpresivamente en 1987 tras una muerte repentina. Tenía 55 años.

Números claros

La formación de Mendoza resultó en réditos para Polar. Su gerencia, escoltada por la junta directiva, ha logrado la expansión de la marca tanto en portafolio de productos como operaciones en México, Colombia y Estados Unidos. Y en medio de las ásperas relaciones con el Gobierno defiende un aparato industrial de más de 30 mil trabajadores directos y unos 180 mil puestos de empleo indirectos.

Pero Mendoza tiene una particularidad que precisamente llama la atención cuando se planta frente a las cámaras para ponerse en guardia por el emporio, la gente lo ve y lo escucha porque muestra números con extrema claridad que terminan reventando cualquier argumento oficial.

Así lo ha hecho contra los señalamientos de acaparamiento o para demostrar la inexistencia de materia prima.

Es decir, no solo habla, si no que publica sus matemáticas avaladas por instancias del mismo Gobierno que le acusa, como el reciente caso de la crisis de la cebada malteada para la elaboración de malta y cerveza que llevó a la paralización de todas las plantas cerveceras de Polar en el país por falta de pago en divisas a los proveedores internacionales.

La propia Superintendencia de Precios Justos, Sunagro y fiscales del Ministerio de Alimentación han confirmado el vacío que arriesga 10 mil empleos directos y amenaza una red de miles de franquiciados.

Pero el hombre continúa hablando de optimismo y perseverancia con un slogan casi petrificado que en no pocas ocasiones lo ha usurpado la política, el “Sí se puede” de Polar.

Sale a hablarle al país de la crisis de Empresas Polar con el mismo rostro de siempre, sus lentes correctivos de pasta oscura y hasta con una sonrisa cuando habla del porvenir, un metalenguaje que muchos de por sí no entienden cuando lo primero que ven es a un líder amenazado.

Y entonces su imagen se reposiciona en las encuestas nacionales, como un efecto colateral, casi sin querer, pero que resiente a tirios y troyanos.

Eso lo sabe el oficialismo y sus dirigentes. Para el presidente Maduro, Mendoza no es más que un daño a la economía y le ha pedido que, de no poder con sus empresas, las entregue a su Gobierno. Lo ha señalado de ser conspirador por la tesis de la “producción simplificada” y de desviar productos para los bachaqueros, una acusación que Mendoza desmonta con documentos del propio Gobierno que constatan la movilización efectiva de los rubros a los destinos acordados.

Todos los políticos, de oposición y de oficialismo, quieren ser ungidos con algo de Empresas Polar, unos por salir en su defensa, otros por querer tomarla, pero ninguno gura al lado de Mendoza en ruedas de prensa. Él, hasta ahora, lo ha planificado así. El conglomerado que dirige es de naturaleza empresarial. Claro está, siempre existen lazos, cercanías, mensajeros, lo necesario para funcionar dentro del esquema económico de un país.

Pero la innegable polarización es imán para Polar así lo quiera o no Mendoza, aunque existe algo poderoso a su favor: la marca

“Polar representa parte del imaginario en Venezuela. Si algo o alguien amenaza a Polar la gente siente que se le meten en la alacena”, así lo ha dicho el escritor Leonardo Padrón, y esa vinculación exaspera al poder sabiendo que Mendoza es la representación el de aquello, del abastecimiento, de la efectividad productiva, de la Harina PAN, de la arepa y otros rubros con el sello Esfuerzo Venezolano.

No sirvo para eso

Mendoza apela al diálogo aunque no lo inviten. Si algo posee es mesura al dirigirse al Gobierno que lo pone en riesgo, no ha insultado al Presidente Maduro aunque difícilmente pueda decirse lo contrario. “Siempre lo llamo señor Presidente”, dice. Pero rechaza lo que representa este Gobierno y los otros que han pasado por Miraflores por configurarse en dadores.

“Nos han acostumbrado a que el Papá Estado lo provee todo, y nos dicen ´Yo Estado te resuelvo tus problemas, yo Estado soy más inteligente que tu, yo Estado puedo sustituir a cualquiera´, y sencillamente no pueden”, comenta.
El ingeniero se acepta como un peregrino de la libertad de idea y de innovación.

“Nadie puede sustituir tu inventiva, esa es mi convicción. Yo creo en la empresa privada y en la economía de mercado, de la que casi nadie habla en este país, ese modelo no tiene sustituto. Aquí hay que definir nuevamente la cancha, pero donde la capacidad de innovación sea abrazada por todo el mundo”.
Es lo más cercano a un discurso político de Mendoza, siempre argumentado en la economía y su visión de desarrollo empresarial. No hay dogma aunque sí una ideología delineada. No existen de su parte intervenciones en grandes tarimas de partidos políticos instaladas en las emblemáticas avenidas de Caracas para arengar por una u otra opción al poder, no hay en su discurso ataques al Gobierno, sino más bien alertas.

Su carácter, dice él, no le da para la política, por lo menos no para que el país planteado de momento. “Yo no sirvo para eso”, nos dice de tajo. Y lo recalca con vehemencia y hasta con una señal de hastío.

“Todo el mundo habla de política y eso tiene ahogada a Venezuela, tiene ahogado al país, esa no es mi arena, yo no sirvo para eso, por lo menos no en la Venezuela que tenemos ahora. Hay que decir demasiadas mentiras y ser demasiado hipócrita para ser político y yo no sirvo para esa vaina”.