Invitado por los líderes de la CTV y la CGT asisto el 1 de Mayo a misa de acción de gracias en ocasión de recordarse el Día Internacional del Trabajador y nótese que indico recordarse que no celebrarse porque hasta el mismo sacerdote oficiante afirmó que no había motivos para celebrar.
A la salida converso largamente con hombres y mujeres que se quejan amargamente de la situación actual; “Nunca habíamos visto nada como lo que hoy pasamos” es la consigna general multiplicándose los relatos de lo tanto mal que enfrentan ya sea por la escasez de alimentos o medicinas, por la inseguridad o por los cada vez más frecuentes cortes de electricidad.
Impedidos de abandonar la iglesia por la lluvia que azota la ciudad, a los comentarios por las colas, el hospital que está en el suelo, los malandros que azotan por doquier o el entre risas –así somos los venezolanos- que la mayoría no se ha bañado porque “si se va la luz, se va el agua”, sucede el del aumento del salario mínimo decretado horas antes por el presidente Nicolás Maduro.
“Es una burla” dicen unos, “no alcanza para nada” afirman otros, “se volverá sal y agua porque hoy mismo vuelven a subir las cosas” señalan los más, mientras que un grupo de educadores estadales comentan que están por debajo del anterior salario mínimo –“no llegamos después de los descuentos a los 4 mil bolívares quincenales” indican con rabia-.
El aumento decretado del salario mínimo, referente para la estructura salarial en el país y que es el que percibe la gran mayoría de las trabajadoras y trabajadores venezolanos, equivale a 115 bolívares más al día por concepto de salario y 177 bolívares más por bono de alimentación que no tiene ninguna incidencia en el salario.
A efectos prácticos el aumento del salario mínimo apenas alcanza para comprar, por ejemplo, un café con leche –si se consigue la leche- o una malta –que seguramente no será Maltín Polar por el cierre de la última de sus plantas-
¿Puede comprarse con el aumento diario del salario mínimo un cuarto de kilo de queso o unos cuantos gramos de patas de pollo o incluso dos huevos?
¿Puede con el aumento diario del salario mínimo comprarse un medio kilo de papas o una torta de casabe?
¿Si una madre le diera 115 o incluso 177 bolívares a uno cualquiera de sus hijos para que se coma una empanada y se tome un jugo en la escuela, le alcanzará?
¿Cuántos panes pueden comprarse –si llega harina- con el aumento del salario mínimo y/o el bono de alimentación?
¿Será que alcanzan los bolívares del aumento salarial para comprarse un desodorante o una pasta dental?
¿Con el aumento de un mes del salario mínimo puede comprarse un par de zapatos? ¿O un ventilador?
A lo ridículo del aumento salarial se suma la mezquindad del gobierno y su actitud anti obrera cuando resuelve poner el mayor porcentaje de lo aprobado en el bono de alimentación con lo que este no impacta sobre las vacaciones y utilidades anuales, fidecomisos y contribuciones para-laborales, haciendo todavía más insignificantes los ahorros de los trabajadores.
Por otra parte, no puede ignorarse que el 30 % aprobado de aumento es una bagatela frente al 720 % de inflación estimada para el 2016 por el FMI con lo cual el salario mínimo del venezolano continuará cayendo en valor real.
Seguramente el gobierno sabe que el salario mínimo que decretó sigue siendo el menor del mundo, lo que es una vergüenza; apenas 13,49 dólares americanos al mes, a valor de mercado, vale decir 45 centavos de dólar americano al día. Recordamos que organismos internacionales ubican en la pobreza extrema a aquellos que ganan menos de un dólar al día con lo que la gran mayoría de los asalariados de Venezuela son, a esta fecha, doblemente pobres “extremos” y que decir de los que no reciben salario.
El salario mínimo de los cubanos es de 25 dólares americanos al mes, el de los vecinos colombianos 210, el de los ecuatorianos 366 para 464 los argentinos y 624 los mexicanos por no mencionar a los trabajadores del explotador imperio gringo donde los muy pocos que se encuentran en salario mínimo, ganan no menos de7,25 dólares americanos la hora, con lo que en menos de dos horas reciben los que los nuestros en un mes.
El salario mínimo y el salario en general de los venezolanos es de hambre y un motivo más para procurar un pronto Cambio.
En verdad, lo que requieren los venezolanos con urgencia es un gobierno que implemente políticas integrales económico-sociales y entre ellas primero salariales que viabilicen la inversión y la producción interna, abatan la inflación y hagan posible empleos de calidad y salarios dignos para todos.