Ante la mirada de todos los transeúntes de la avenida Delicias -una de las más transcurridas de Maracaibo- y al lado de una estación de servicio automatizada, usuarios esquivan las kilométricas colas para surtir de gasolina comprando combustible a particulares.
La pimpina con capacidad de 20 litros tiene un precio de 800 bolívares. El servicio inmediato de gasolina representa un valor agregado de 35 o 39 bolívares, pues el producto en el mercado venezolano tradicional tiene un importe de un bolívar para la de 91 octanos y cinco bolívares la de 95 octanos.
Jairo Ramírez, comisionado del Gobierno para la instalación de la Tarjeta de Abastecimiento de Combustible (TAG), afirma que no tienen conocimiento sobre este tipo de procesos, pues “debe tratarse de casos puntuales”. Aún no inician una investigación sobre el surgimiento de la práctica ilegal.
Por su parte, Ramírez explico “Hay que revisar a ver qué está pasando ahí. A veces son los bomberos que se prestan para ese tipo de situación. Incluso trabajadores porque alteraron el sistema”.